Enamorada de un vagabundo
eres que a ella se le dificultaban como lavar la ropa a mano, cargar cosas pesadas. La abuelita apenas podía caminar, estaba muy sola. En el tiempo que ella y yo vivimos jamás ap
ela, porque no era mía, era de la ancianita con la que vivía y ella había muerto. Los vecinos aún
su corazoncito, era una de las experiencias por las que nunca me arrepentiría de haberlo tenido. Mi bebé era todo mi mundo y fuera como fuera saldríamos adelante ju
idos del llorar de mi
dije, por el sonido que ha
ma y saqué de debajo la cajita de aluminio en la que guardaba el dinero que tenía de lo que ganaba, lavando y planchando ropa ajena. Vi que en la cajita tenía cincuenta pesos, eso me completaba para un
a algo gastada, no podía comprarle ropa nueva pero tal vez si algo del tianguis. Llegué a juntar casi trescientos pesos, e
tado innumerables veces solicitar trabajo, pero en la mayoría no me aceptaban porque tenía un bebé o porque no había terminado mi educación básica, por eso me había resignado a planchar y lavar ropa ajena, casi toda era de los vecinos que muchas veces lo hacían solo por ayudarme, aunque
a baños y cambiadores, ahí podría cambiarle el pañal. Una vez que estuvimos listos, caminé con él en brazos h
vidaré, era la madre de Adrián. Me quedé petrificada al verla, pero mantuve mi mirada fija en ella. El
con m
e vine a encontrar —so
e había prometido no volver a buscar a esa gente. Ellos no necesitaban de mi hijo y mi hijo por
razo apretándolo muy fuerte lo que ocasiono
unta de manera seca, todos mis sentido
igiendo un
aléjese de mí! —quise caminar, pero de nuevo me detuvo. La mirada de esa señora me causaba mucho temor y escalofríos
dé sorprendida sin poder hacer nada, miré como llevo de nuevo a mi bebé a u
sta ella y le quito a mi bebé. Lo beso en
ora con un brillo especia
iento en la espalda, ¿dónde estás viviendo? —me pregu
saber? —le respond
rás el derecho a verlo? Mírat
yuda una vez, pero no lo volveré a
r alzando su barbill
a —aprieto los dientes tragando todo el coraje que siento y maldiciéndome por no tener la posibilidad de darle algo mejor a mi hijo. Eso es de lo que siempre me he culpado. Saca una tarjeta de su bolso —
pido como puedo hasta lograr estar lo suficientemente lejos como para que pueda alcanzar o verme. Me siento en una banca a las afueras del centro comercial, esperando el bus q
ría, tú eres lo más bello que tengo en la vida —mi bebé sonríe ha