La princesa del diablo
iento
ndió algunos correos ele
a sudor
r excelencia, fingiendo cegu
cha ser
l hombre probablemente podría romper la paciencia de un santo. Finalmente,
nces. Ya sabes dónde
a fuera la insoport
necesi
staban en su sistema. Amelia se sintió menos preocupada por el riesgo de infección. También parecía sentir mucho menos dolor e incomod
bre. Su manejador también estaba complacido con su progreso y se
ta situación ideal. Las demandas del ho
de ser una prima donna tan jod
a seca durante cuarenta y ocho horas para que pueda sana
pantalla del portátil, pero el peso de su mirada seguía p
iro, ella l
te mañana, dej
irada de ojos abiertos continuó supl
su portát
. Tú
o rostro. Amelia se levantó de la mesa de la cocina y desapareció en el baño dur
stazo a la
me has
miento era
ño de
unista, no pe
angelo. No podría lava
la cabeza y elud
temente bien. Solo ten cui
to se cernió sobre él como una nube oscura. Ameli
con un niño mimado, ext
poco de ayuda p
amente, se reprendió a sí misma. No había querido qu
baja, m
r f
fa
ma magnética su
tacto visual, sintió un rubor subir por sus mejillas, rápidamente desvió la mirada. Sus manos una vez firmes se volviero
nerviosa angelo?-
min
ermaneció f
un poco las m
e. Amelia se sintió perdida. No sabía
afectó tan p
a completamente familiarizada con las funciones de la anatomía masculina y femenina, tanto por dentro como por fuera,
to más débil y vulnerable. Durante las últimas veinticuatro horas actuó como su cuidadora
ral. Para él, ella era un salvavidas tempor
su mirada de nuevo. Marrón y gris azulado. Individualmente, los colores ya
e deshicieron
igo para sacar tus brazos de las mangas. No qu
giró sobre su lado izquierdo. Sacó su brazo. Ella lo maniobró hacia su
era una ob
ente cincelado y tallado como el David de Miguel Ángel. Una inscripción en latín fue entintada en uno de sus bíceps superiores. Una serpiente negra enroscada descansaba
la estuviera observando. Amelia estaba resentida con él por esta constante invasi
ce de su piel contra la de ella se sintió extrañamente prohibido. Él era su paciente. Ella era su médico. Guió su mano hacia
diabólico, ins
r f
ropia cuenta. El gancho y la barra se desabrocharon. La cremalle
os negros. Una carpa inconfundible la recibió. Su tamaño era impres
e sintió demasiado cálido y demasiado pequeñ
igieron hacia s
. dejar esto pue
aron. Su respiración
que me lo
s y averiguar lo bien que
S
uieras,
ó la toalla y
ra
da- mu
os, su pecho... Sus movimientos eran laboriosamente lentos, casi hasta el p
de pie. Es hora de sali
pudiera escap
zar mis piernas
y b
or su espalda y lo ayudó a sentarse erguido. Volvió a sumergir l
parecía t
itabas
N
arte así? Todavía te
aun
arrugaron a
as necesitar de
ad
e estás siendo di
era toda
siendo difícil simplem
te dentro de su pecho. Ella
gún interés e
jos. Su mirada viajó apreciativa
ngo interés en
irada penetrante. Cada vez era
ted y yo, los dos... no..
a no hizo nada
no? ¿Tie
N
mar
ntes, volvi
N
a solo se
y amoroso cuidado, me siento más fuerte a cada minuto. Creo qu
ego lento entre ellos com
desnudo y ya excitado. A diferencia de él, ella estaba completame
que Dante viniera a recoger a su
eldes la llevaran a hacer alg
r que se