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Terror: Brujos en Chiloé

Capítulo 3 1

Palabras:1849    |    Actualizado en: 15/07/2022

6

erés estaba en descubrir lo que ese ser me había dicho, de las cosas que tendrían que suceder para convert

vocó un desagradable escalofrío. Pero nad

or descubrirs

de la nada. Después de más de dos horas de camino, no lograba salir del bosque. Seguí caminando hasta encontrar una cueva que, si

el que hacen mal y pueden llegar a matar. Si el demonio quería asustarme con eso, se equivocaba, había algo en lo que yo no creía... Y era en esos sup

o mi cabeza. Con una mano aleteé para quitármelo de encima. No se iba. No quería apartarse de mí. Corrí para alejarme de esa cosa, pero nada, parecía pegado a mi cuer

uere! ―grité con toda

mayúscula al ver aquel espectáculo. Jamás creí que mis palabras fueran

me sobresaltó y me di la vuelta para mirarlo. Era el Demon

a. Él no se movía, y

brero de ala ancha cubría gran parte de su rostro; las manos en los bolsillos en una actitud dis

onsultó cuando term

supone qu

brujos ―respondió co

o hice nada

erosa Chilpilla, much

enti

ntiendas si no s

a mis abuelos, ¿qué má

onrió como

ién era tu madre? Te d

ujas ―contesté

su madre, eres la séptim

se murieron.

de ellas ha vuelto en otro cuerpo, en otro lugar,

ca para mí ―exig

s y habilidades, cada una con un

alabra va dentro

recordando―. La palabra po

s cualidad

por ti misma, pero si

la palab

rato, yo sostuve su mi

u bisabuela, con el cará

n mis cua

n defectos que d

o hag

dan doce días por de

ba a ir, pero n

ra! ―g

or debajo de su sombrero con una e

e así, a hablarme como una insensata. No me caracteriza la pacie

la forma amenazante en que lo d

de forma intempestiva, pero no tendré mucha paciencia, eso te lo puedo

ar. Yo era como era y no me importaba nada ni nadie. Sin embargo, estaba segu

da en si volver o no, con otro cuerpo. Me se

vivir siempre

contestó un poco molesto, al parecer seguía enojado conmigo―. No estoy enojado

yo no quie

s parte de lo que tú eres, ya madurarás y ap

upone que d

otro, a mi querido padre no le gustan las impertinentes. Y él tie

adr

l sombrero y mostró sus hermosos

o niegue. Ambos somos dioses, pero él no quiere compar

uien hablaba. Él solo hizo un gesto de asentimien

no huyó de

dic

fue

a media

ilpilla, vine a ver cómo te tomabas todo esto. Suerte.

cómo vo

ecería. Me senté a los pies de un árbol a esperar. No sé qué, pero tampoco me apetecía seguir caminando. Entonces lo vi. En el lugar donde estaba antes el pájaro coo, estaba un hombre. El que me había gu

de noche en el bosque, así que me levanté y empecé a caminar;

n , y me dormí. Estaba cansada. La noche había pasado como una exhalación,

s seguir d

s ojos y me senté de golpe. El demonio estaba allí, parado como a

nquirí cuando mi

eve y c

ía anochecido. ¿Tan rápido pasó el tiempo?

ás de quince horas ―

ambre ―p

ieres que te alimente? ―se bu

permanecer en este lu

te qued

or más que corrí no llegué a ninguna parte... No me

sald

me voy a mor

que pudiera mirarlo mejor. ¿Tenía que ser así de bello? Sonrió de medio lado, se levantó un poco el sombrero y me miró

son capaces de co

se esconde det

por ustedes. La mayoría

terrible ―come

ra

en dirección opuesta a ese de

lo digo

más alto que yo. Por lo menos unos veinte centímetro. Alcé mi mano y levanté su sombrero,

or. Mis brazos los sentí adormecidos, sin fuerzas. Mis piernas flaquearon, tanto que me tomé de sus brazos para no caer. Él no hizo amago alguno de sujetarme. Pero lo más impresionante de todo fue que no pu

me dejó libre de su hechizo. Yo ba

tupidez, ya no estaba. Di una vuelta completa para

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