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La bailarina de la mafia

Capítulo 3 Últimas horas

Palabras:2743    |    Actualizado en: 10/06/2022

omportas o nos sacan de aquí. Y no sé tú, pero lo que es m

mi despedida de solte

sentaba como una señora intachable. Tenía muy claro que al día siguiente sería un hombre casado. Ese hecho lo sentía como una soga en el cuello que se tensaba a cada minuto que iba transcu

la Mariposita tiene la noche cubierta, no puedes pretender llegar

ertar cada mañana viendo el rostro de una arpía viciosa, la misma que poseía una lengua de doble filo capaz de asesinar con sus palabras. De ella llegaba a molestarte hasta la tonalidad del cabello rubio, uno que presumía ser natural, cuando a la vista estaba que era una mala decoloración. El pequeño cuerpo sin forma y los

con total seguridad, que se trataba de un mafioso dedicado a los mismos negocios turbios que su progenitora. Parecía caer de la cama cada mañana vestido como un muñeco de pastel de boda, sin un á

de: te voy hacer ver el cielo para después abrirte en canal

en aquellos momentos verlo reírse de su desgracia, le provoca

eptar el destino y ames a tu futura esposa —se burló—. Aun no entiendo por qué te casas, ni por qué tu

había quedado junto a ella. Era obsesiva, una líder nata. En su compañía cualquier hombre llegaba a sentirse castrado, siempre se las a

nacimiento, cada vez que intenté sacar algo en claro ella se marchaba». Por la falta de información siempre había idealizado al hombre que lo abandonó, cuando era un niño creía que aparecería en cualquier momento y lo llenaría de cariño. Pero al ponerle rostro y leer tras la fotografía el nombre de Darío y Roxana,

a humano, un tempano de hielo que cobró vida por algún hechizo. Sin embargo, en las contadas ocasiones que vio am

media y le gustaba tornear el cuerpo pasando varias horas en el gimnasio. Su apariencia había sido el recordatorio constante de una procedencia casi desconocida. Una que lo había molestado desde siempre, porque al crecer en ambientes selectos y carecer de figura paterna, tuvo que sufrir los incesantes comentarios sobre ser adoptado. Sus compañeros de escuela argumentaban que lo más probable era que provi

la embarazó metiéndole un p

veintiséis años tenía superada la infancia, o eso era lo que decía siempre para no aceptar lo mucho

omodarla que su amigo sujetara uno de los pechos como si quisiera llevárselo a casa. Las actuaciones públicas cesaron y el local se había convertido en un centro de lujuria y descontrol. No import

s que no les importa ex

absorta en los movimientos sin importarle los gritos que le proferían. Había conseguido averiguar un poco sobre ella invitando a algunas copas y socializando con la gente, pero no lograba creer del todo que alguien de sus características y trabajando en un lugar como aquel lograra manten

tos. Pero cuanto más observaba los carteles de esa mujer, más sentía un magnetismo hacia ella que le

ó para adentrarse tras el escenario. Esperaba que Roxana no se encontrara allí, si lo veía pondría el grito en el cielo. Se ganaría un sermón y le echaría en cara

muy distinto al que daba a las habitaciones que pagaban los clientes por compañía más privada. Por el aspecto parecía ser el lugar destinad

ntad propia». Aquella idea siempre le había rondado la mente, cuando alcanzó la madurez pudo ve

tono de su voz irradiaba sensu

ces aquí

que se encontraba parada frente a él. La miró recorriendo cada una de las curvas que exponía, deteniéndose en las partes más femeninas. Estaba ebrio y no

es? —las palabras se deslizaron con seguri

rlona—. Si quieres algo de las chicas debes con

difícil llegar a esa pequeña M

do índice por el hombro desnudo de la

e terminar, pero por hacer ho

ro de la que sería su esposa necesitaba algo que

inferior como si saboreara lo que la joven podía o

chica lo miró con desconfianza, pero le indicó que la siguiera. Caminaron tomando u

es por el área del personal te sacarán a patadas. No queremos eso, ¿verdad?

apostar

uno de los dedos en las hebras y arrancarle la peluca. «Debo decirle a mi madre q

nas, recargaban la casi inexistente decoración. Era la segunda vez que pasaba por ese espacio, las pocas veces que había entrado al club siempre fue

te gritó cuando chocó con el

ce daño? —La vio n

un modo que le pareció falso y bajó el tono a un susurro—. Ta

—pregunt

í hay una habi

ir por la escasa vestimenta. Si pasaba las últimas horas de libertad con ella, sería otra mentira en su vida. La usaría para satisfacción perso

rviría para sufrir. Deseaba poder encauzar el camino con una muchacha que lo viese con cariño, pero ese pensamiento solo lo torturaba. Su propia madre le había negado ese derecho. Aún era joven para atarse de

el muro. Sonrió al pensar que no solo los clientes bebían de más, la pequeña de cabello oscuro parecía no saber ni por donde caminaba. La vio seguir en línea recta hasta chocar con la pared que

estado le permitía, y se acercó a la joven que no parecía tener intención de levantarse. Había flexionado las piernas y ocultaba el rostro entre las rodillas. En el moment

rente a ella, pero parecía como si no pudiese verlo. Nervioso tiró del cabello que tenía enreda

. La diosa seguía siendo hermosa al verla tan cercana, pero ya no parecía tal regia e invulnerable, más bien todo lo

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1 Capítulo 1 Prefacio2 Capítulo 2 Comienza el Show3 Capítulo 3 Últimas horas4 Capítulo 4 Que arda el cielo5 Capítulo 5 Necesidad de algo más6 Capítulo 6 Amenazas reales7 Capítulo 7 Un escarmiento8 Capítulo 8 Malas decisiones9 Capítulo 9 A un paso de ella10 Capítulo 10 Cumpliendo obligaciones11 Capítulo 11 De nuevo junto a ti12 Capítulo 12 Sin control13 Capítulo 13 ¿En quién me estoy conviertiendo 14 Capítulo 14 ¿Qué me está ocurriendo 15 Capítulo 15 Lo necesito16 Capítulo 16 No es amor17 Capítulo 17 Si todo fuese distinto18 Capítulo 18 ¿Quién es Roxana 19 Capítulo 19 Cazado20 Capítulo 20 Oscar21 Capítulo 21 Visitas22 Capítulo 22 Necesito tu ayuda23 Capítulo 23 Falsa amabilidad24 Capítulo 24 Recuerdos25 Capítulo 25 Una visita26 Capítulo 26 La deseaba27 Capítulo 27 Quiero pasar un tiempo a solas 28 Capítulo 28 Un error29 Capítulo 29 ¿Qué hice 30 Capítulo 30 Miradas indiscretas31 Capítulo 31 Prueba de lealtad32 Capítulo 32 Aliados33 Capítulo 33 Mi hermana34 Capítulo 34 Planes35 Capítulo 35 Medias verdades36 Capítulo 36 Más perverso que el infierno37 Capítulo 37 Acorralado38 Capítulo 38 Una lección inolvidable 39 Capítulo 39 Se había marchado para siempre40 Capítulo 40 El regalo41 Capítulo 41 Sin esperanzas42 Capítulo 42 Entre la espada y la pared43 Capítulo 43 Venganza44 Capítulo 44 Llegó el día45 Capítulo 45 Entre las llamas46 Capítulo 46 Camino hacia la libertad47 Capítulo 47 Luz en la oscuridad48 Capítulo 48 Reencuentros49 Capítulo 49 Me niego a volver a perderla50 Capítulo 50 El diario de Susana51 Capítulo 51 Epílogo