La bailarina de la mafia
as que siempre le dedicaba Susana diciéndole lo especial que era perdían toda la importancia. Su definición no era otra que la de un ser defectuoso, quizás el único en su especi
fui, debí imaginarme que no sabría valerme por mí misma». Ella lo hizo porque no quería sentirse diferente al resto, por un momento quiso sentirse como las otras personas. Caminar como si pudiera ver ante todos era lo único que la hacía sentir normal. Las demás mujeres solían tratarla como a una apestada,
s, así fuera el sonido de los pasos al caminar, el olor, el timbre de voz, o cualquier característica que los diferenciara del resto. Había aprendido a ver con los otros sentidos lo que sus ojos no le
darte? -el desconocido parecía d
ella. Antes de que lograra responder, tomó una de las manos y tiró de su cuerpo para incorporarla. En apenas unos segundos pasó de estar sentada
surró con un
ica presencia, aunque podía sentir las miradas en ella desde algún lugar. Intentó tomar el control dando un paso atrás para escapar de la cercanía de un hombre que comenzaba a ponerla nerviosa. Antes de que lograra llevar a cabo su co
alej
bí
a había sentido una sensación
tenido ayudando a la cegatona, o vienes a
a que se trataba de Rubí, no había tenido contacto con ella, p
lla había crecido en la adversidad, ya se desmoronaría cuando llegara a su habitación, mas no antes. Necesitaba evaporarse en ese momento. Sobre todo, porqu
intención de hacer fuerza y soltarse, pero no si
que buscaba ya está frente a mí. -El repiqueteo de los tacones
las piernas? ¡Qué mal gusto! Solo conseguirás de ella que te mueva un
as hirientes. Luchaba en su mente por pensar en cualquier otra cosa. Pronto alguien vendría
peñaba en no dejarla ir. Le quemaba de una forma que nunca había experimentado. En
que no deseo de ti. Prefiero acostarme con una muñeca hinchable que con una mujer que pare
a antes había tenido esa cercanía con nadie del sexo opuesto, tampoco sabía si sería correcto o le traería problemas, pero el sentido común parecía haberse marchado esa noche. Si su madre
to ahogado fue la
n contestar cerró la puerta, quedándose ambos en el silencio, acompañados t
oco un dulce escalofrío. ¿Qué le ocurría a su cuerpo? Con solo aquel roce las lágrimas habían cesado, pero respirar sin que el aire se entrecortara en el camino a los pulmones comenzó a ser un
Susana cuando le advertía de los peligros de verse a solas con un hombre, así que decidió seguir sus
? -su voz sonó segura, aunqu
invidente diferente al resto. El asco con el que su compañera se dirigió a ella fue suficiente para romper la poca fortalez
cho en su atrofiada autoestima, alzó el rostro y se dispus
il
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n ella que lo atraía sin control. Tal vez era la fortaleza que mostraba. Ella le proponía un baile cuando hacía unos momentos su compañera la había humillado. Eso provocó
e de aquella forma si era incapaz de ver? La había admirado en cada baile qu
era tan claro que le iluminaba el rostro así fuera opacado por la gran cantidad de maquillaje sobre ellos. Se sentía hechizado por ellos, era una locura que se sintiese de esa forma, pero es que su cuerpo reaccionaba incluso
tía al escrutinio de su mirada, lo único que quería era mantenerla de esa forma; cautiva entre sus brazos, junto a su cuerpo disfrutando el perfume que desprendía. Estaba cautivado por ese nerviosismo cargado de inocenc
l para pedirle trabajo a esa mujer que le había dado la vida, pero que carecía de buenos sentimientos. Se la veía tan joven, tan c
hizo un recorrido visual por su nariz estrecha
hol que lo hacía comportarse como un idiota, pero no lograba contener las ganas de proba
iendo el camino de la muñeca hasta el hombro. Observó cómo Mariposa intentaba bajar el nudo que tenía instalado en la garganta, la sentía temblar bajo su tacto, pero estaba seguro
on más fuerza y separó sus piernas con una de las rodillas. La mujer tembló y se humedeció los labios para después dejarlos entreabiertos.
acariciándola con su aliento, rozando su nariz con la de ella
esperada; cargada de un fuego deseoso por expandirse y a
amas. La deseaba con una fuerza inexplicable y, las consecuencias de sus actos, dejaron de importarle en el momento que acarició su cuello y lo apresó con la mano abierta. Se abrió paso por el cabello con los dedos y la acercó a su rostro; ella se dejó llevar por él, indefensa, como una gacela frente a su depredador
o hizo el menor intento por escapar de él, por el contrario, lo a
a mujer era capaz de hacer arder el edificio solo con su presencia. Dejó de contenerse y la besó tal como necesitaba, como había estado soñando desde que vio su foto colgada a la entrada del l
los comenzó a desvanecerse, le acarició la mejilla y suavizó el beso para hacerla sentir cómoda. Supo que había funcionado en cuanto la mujer rozó la lengua con la suya, con timidez, casi como si probara que era co
, suave y cálido, apenas con los dedos, fue tan íntimo que creyó que leía su alma apenas rozándolo con las yemas. Dejó de besarla por un momento, para deleitarse con su rostro concentrado en cada movimiento de su exploración. Era tan hermosa la forma en que ella trataba de visualizarlo. Habría deseado que cada parte de su piel estuviera grabada en braille y ella pudiese leer en e
raba el centro del habitáculo, pero eso a ella poco le importaría ya que no podía verlo. Darío ya no necesitaba ese baile que le había propuesto, lo único que quería era sentar
y temía que todo fuera una ilusión de su mente dopada de alcohol. No podía permitir que se desvaneciera, si despertaba en su cama y todo había sido un sueño quería quedarse el mayor tiempo posible disfrutando de aquel edén. Porque ella no tení
ubiera conocido cuando todavía podía salvarse de los planes que su progenitora tenía. La habría sacado de aquel lugar inmundo para llevarla
con la boca con tanta dulzura que no pudo evitar detenerla, darle un tierno beso en los labios y hacer que se quedará
-susurró sin apartar
contestó ella
stro, era cantarina y dulce como toda en ella, pero ver que había logrado romper una barrera entr
, no el que u
pero le dio la oportunidad de hacerlo. Pese a eso ella prosiguió como si nada la hubiese detenido con anterioridad y le ac
tengo, no conozco otro. ¿Acaso es tan extraño? -La exp
hermosa Maripos
Era una bailarina de un burdel, debería estar acostumbrada a esos tratos y a otros más íntimos. Sin embargo, ella se sorprendió más no se movió, cada gesto que hacía parecía indicar que todo aquello era nuevo para ella. Sabía que se dejaba llevar por los impulsos, pero sentirla así sentada sobre él c
con más delicadeza-. No haré nada que no desees, por
al respirar delató que sentirlo la excitaba. Acarició su espalda mientras se aproximaba a los labios, lento, dándole tiempo de nuevo a que se negara.
uevo, por f
sería prohibida, clandestina y peligrosa. Se sentía un demonio que lograba escapar del infierno y conseguía fabricar su propio paraíso. No podía existir un mejor nombre para aquel club esta