Las Lunas de Abril IV: Luna Eterna
vez acabara con mi familia. Mi hermano no quería entender que seguir los consejos de ese ser no
do conocí a Selena, cuando nació mi hija y, sobre todo
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Ella escapaba de algo o de alguien, llegó casi sin vida al castillo donde vivía y mis padres la acogieron. Era una mujer realmente hermosa; en ese momento sentí que me encontrab
mana en sus aposentos sin querer salir ni ver a nadie. Al estar a cargo de la seguridad, acudía con mis hombres cada vez que debía alimentars
da que nunca. Puedo asegurar que casi brillaba, con una palidez
seguí; poco rato después, al darse cuenta de
? ―me pregunt
cumplo con
es deber pa
r es pro
en peligro? ―inqu
as mejores condiciones ―r
poder de destruirme y, siendo ese el cas
ubest
stimo, te doy t
ella me estaba humillando, aunque claro, ni s
otras personas, pero yo no soy una persona normal, quienes me puede
fenderte si
re que quiera hacerme daño, pero si se trata de otro t
ipo de f
en las qu
ue tú crees en hec
cosas ―aseveró
as esas
odo en lo que no cre
mo a
como lo
, exactamen
echiceros, intraterrestres,
creer de verdad en ese tipo
é por inercia. Lo que vi me desarmó. Una ll
Los prodig
fue
lo h
ue tú lo
y lo que
lo que
n este territorio, llegada aquí por casualida
puso a la
struo si es lo que
o pie
tonc
a dónde quieres llegar
é con ella, Selena alentó su
parece maravilloso? ―
par
mó sorprendida por m
puede
as cosas están cambiando, algún día, no muy lej
, Selena, a no ser que tú s
aprender, pero no te preocupes,
mo una aparición, una luz salió del mar en el sitio preciso donde se encontraba ella e iluminó el firmamento. Esa luz se hizo más densa y, desde la Tierra al Cielo, fue
odía creer lo que había visto, ¿acaso
de ella ―me advirtió u
én er
eres sa
me acerca de algo que ni siquiera he pen
eimiento para gente de tu raza y de tu pueblo, no intentes combat
cir? Dime, ¿quié
pen
e q
que d
te ref
te dejó vivir; si insistes en querer algo con ella, que lo quieres, deb
mo dices, ¿por qué
un modo esp
asunt
que quieres que me
De otro modo t
n lo o
rbilla con
el Ángel de
ese ángel se llam
muerte, Medonte, yo soy
n esas sup
ción de aquello que tú llama
s en realida
abrás, con exactitud, quién soy yo y créeme cuando
ó ante mi vista, frente a mí. Y comprendí que las supercherías, en