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Diez años después

Capítulo 3 Estrechando vínculos.

Palabras:3931    |    Actualizado en: 15/05/2022

na

casi me desmayo al escucharlo y evidentemente lo logro porque cuando me doy cuenta todos están aplaudiendo y no hay nadie socorriéndome por una amenaza de infarto. La gente comienza a dispersarse y no consigo articular mi cuerpo, me quedo en el asiento pensando cómo seguir. No la conozco pero tampoco me parece ser una mujer capaz de decir tan livianamente que tiene un hijo mío hace diez años y jam

emos h

apuro, Julián sale de la escu

r tan fría de soltarlo así, sin más. Otra vez siento que se me va el a

te que tiene

da, se nota que no puede evitar la carcajada que la ataca y siento una furia inmensa recorrer todo mi cuerpo. Me

o, no es tuyo.- Espero un poco sin darme vuelta, permaneciendo de espaldas a ella. Y

una sola noche. Seguramente ese hijo es de alguien a quien sí había elegido entregarse más de una vez, alguien por quien haya valido la pena dejar de lado sus aspiraciones y su sueño de la ayuda comunitaria. Seguramente eligió tener ese hijo como la mujer inteligente que

mi

agen de Ignacio, con su tez blanca y sus ojos azules, yo, con mi cabello dorado y mi piel pálida… y Julián, con todas sus raíces africanas que tanto amo y que lo hacen ser el niño más lindo del mundo, pero que sin dudas dejaban en eviden

por primera vez, quizás sueñe algo diferente. El hombre de mis sueños ahora usará una barba de unos días, tendrá el cuerpo más tonificado y será diez años mayor, pero esos ojos azules con seguridad estarán ahí, igual

mi

a, uno de sus fuertes pectorales hace presión sobre mi espalda y su boca llega a mi oreja, lame y muerde haciéndome sentir aún más excitación de la que tengo aunque se queda corta cuando una de sus manos llega a mi pecho y lo aprieta acelerando el ritmo de las embestida

segundo reflexiono sobre el mismo… Sonrío pensando que tal y como había supuesto anoche, el Ignacio de mis sueños ahora t

un buen baño y esta vez sumo un recordatorio en el es

ascensor, Julián me mira

do día, por lo general desisto de mis intentos por ser formal y arreglada y me limito a colocar protector solar sin más maquillaje. Recién cuando Julián lo pregunta noto el detalle. Pero

to, ahora miento a mi hijo de diez años par

orena al lado suyo hace que me llene de furia. Comienzo a pensar en todas las posibilidades: pueden ser amigos, compañeros de piso, puede que hayan tenido un desayuno de trabajo para ver cómo arruinar mi auditoría… decido que la última opción sería la más natural y no sigo contabilizando las otras, no quiero llegar a que tienen una relación y esa mujer tan desagradable es q

stoy pensando en Ignacio. Y justo entonces, como si lo hubiera llamado con el pensamiento, aparece en mi campo de visión. Desde el otro extremo del lugar lo veo levantar la mirada y encontrarse con la mía. Maldigo mentalmente, ahora le debo parecer una acosadora de telenovelas… pero mi actitud cambia al notar que me mira de una forma particular, como si el odio de ayer hubiera dado paso a una fri

ue programemos ahora mismo la dinámica de t

ficina.- Dice dándose vuelta y comenz

erminado momento una señora de más de setenta años pasa por nuestro lado con la mirada perdida y él la detiene con gesto amable y le

del pecho, solo quiero abrazarlo y decirle que podríamos desviarnos mucho más que eso… a

- me limito a contestar y

a cuando habla conmigo. Hacia mí solo hay distancia y reproche, mientras que con la señora hay dulzura y paciencia. Me obligo a alejar mi

entonces me doy cuenta que habíamos llegado. Me despido de la señora y lo s

ás del escritorio está completa con una biblioteca llena de libros de medicina y algunos de enfermería. Hay algunas plantas que dan al lugar mayor armonía aún y una alfombra me invita a descalzarme y relajar mis pies sobre ella. Inconscientemente lo hago y acaricio su suavidad con la planta de mis pies mientras sigo observando. Un sillón y una mesa pequeña con una cafetera completan el espacio. Y entonces, al lado del gran sillón, en

on ironía mirando mis pi

gas largas. Cuando lo vuelvo a mirar me doy cuenta que no le gustó nada mi actitud y se sienta con fuerza en el sillón

e lo que esperaba. Por momentos lo noto entusiasmado con la idea de mostrar el trabajo del Centro y por momentos la hostilidad vuelve a apoderar

mo el picaporte y por un segundo espero escuchar su voz que me invita a quedarme y me tumba sobre el sillón. Pero no emite sonido y salgo apres

na

par de cálculos mentales y si bien no fueron 3 minutos, sí fueron solo 3 horas. Anoche me costó dormir y recién logré hacerlo aproximadamente a las 04:30 de la madrug

cesitaba saber más de ella, la busqué en las redes sociales. Para mi sorpresa no encontré nada. Ni una sola foto que no se refiriera a artículos médicos o formación académica en general. Pareciera que la vida personal de Camila esta oculta bajo siete llaves y eso solamente me atormenta más. ¿Y si su marido es un político influyente o un mafioso? L

lío sino Soler. Lo peor de todo es que Lorena todavía lo defiende, para ella él es solo “una víctima del sistema”. Ante mi silencio me cuestionó la falta de firmeza en contra de este procedimiento y le expl

iguiente tema que deci

un balde de agua fría cayó por mi espalda haciendo que todos los músculos se tensaran. No era la primera vez que me planteaba l

o de la relación, no es solo una

sobre la mesa e ir a la habitación donde cerró la puerta con un e

staba vacío, solo para nosotros, y entonces entendí que estaba soñando y aproveché para besarla. Sentirla en mis brazos, aunque fuera solo en un sueño, era mágico, me transportaba a un estado de excitación que difícilmente había encontrado en los últimos años. Podía sentir el olor a su perfume, la suavidad de su piel y la calidez de su lengua rozando

orena retoma la conversación de la noche an

s. Yo creo que sí estamos en el punto de la relación en que po

uando se cumplen determinados requisitos, nunca habíamos hablado seriame

al, por eso quiero que come

ense y hablamos más calmad

lo que

er cuando Camila habló de su hijo y de la edad de éste, me había imaginado mil cosas inconscientemente. ¿Y si el problema no es ser padre sino ser padre “con Lorena”? No es la primera vez que me replanteo la rela

atamente al sueño, pero no a lo que había recordado a la mañana, sino a cómo seguía… Mi mente es invadida por el recuerdo de ella sentada en el sillón con mi camisa blanca prendida solo en un botón un poco más debajo de los pechos, dejando ver las curvas de sus senos sin revelarlos po

ga imposible caminar por los pasillos abarrotados de colegas y pacientes. Ella camina hacia mí y so

al y evite esos gestos de tanta comodidad entre nosotros, pero otra parte espera con ansias que siga y se saque todo… quizás dejándose la bata, prendida sólo por un botón un poco más debajo de los pechos… Me obligo a alejar de mí esos pensamientos y entonces advierto que está mirando mi foto con Lorena. También la miro un momen

a logra llevarme de nuevo a la comodidad y tranquilidad de trabajar juntos. Cuando terminamos y la veo salir muero de ganas de detenerla y pedirle que hablemos, presintiendo que si lo hacemos, toda la conexión laboral se reeditaría en una conexión personal, quisiera pedirle que me explique

ajo las persianas y por segunda vez en el día, me dedico unos minutos a tocarme pensando en ella. Si esto no cambia pronto, tendré que a

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