PURO CUENTO
ese momento, me hizo sentir como pez en el agua. A pesar de haber constituido una pequeña organización que no alcanzaba a una docena de personas, era compensado con la eficiencia
ó con detalle la técnica de "El martillo de seda", que en un libro de Trevanian, con cierta sofist
abajadores en sus diferentes oficios, estuviesen acostumbrados a resolver casi como si se tratara de magia, los problemas cotidianos de la más variada índole y de
iencia del sencillo acto de existir. La puesta en práctica de una serie de conocimientos aprendidos que permanecían escondidos en el subconsciente en la facu
para un café, sosteníamos cortas e interesantes charlas sobre los más diversos temas. Sus en
as ciudades más pequeñas de la bota itálica y de cuyos nombres ya no recuerdo. No resultaba tan complicado descifrar en cierta forma, el genio creativo de los grandes maestros r
pude darme cuenta también con el tiempo, disfrutaba los cortos relatos que ya desde esa época escribía sobre los más variados te
e me abría, lo que al principio le trajo cierta contrariedad y disgusto, porque en su opinión, consideraba que aún no
almente, comenzamos a convivir ubicándonos en un sitio de la ciudad d
ultiplicaban, lo mismo que lo facturado. El estar metido de pies y cabeza y dedicar gran parte de las horas del día a esa
el manejo de gastos y fue entonces que caí en cuenta que por más ingresos que entraran, estos caían en una espe
e mencionaba como ejemplo los ingresos gigantescos de un boxeador estadunidense y como a pesar de ello
ado en aquel momento lo referente a la parte legal de permanencia, tuve que registrar la empresa, cuentas bancarias y todo l