PURO CUENTO
la provincia y estaba sola en medio de la gran ciudad. Esta hospitalaria ciudad aún no había sido destruida por l
directivo del partido gobernante y ocupaba la presidencia del Congreso. La joven procedía, como muchas veces sucede, segurame
uchacha ante el desespero me preguntó si quería que me ayudara en algo. Le respondí que necesitaba urgente un trabajo, a lo que me dijo con determinación que me iba a ayudar a conseguir uno
ministro. En efecto, el día prefijado llegó y el funcionario quien en un principio me trato con cierta displicencia, diciendo "solo tengo cinco minutos, porque tengo una reunión
quieres contratos? - Dijo
s circunstancias y establecer la respuesta correcta a la velocidad de la luz.
atos! -
guir algo acorde con la preparación, eran remotas. Pero los contratos, era otro cantar. En este punto debo admitir, que, en los negocios, mis ancestros árabes habían dejado su rúbrica. De
gallo. A mayor compromiso, mayores incógnitas y todo daba la impresión de que en apariencia, quizás, se acrecentaba en u
no tenía aún empresa ni capital con el