Te Quiero, Más De Cien Años
viaducto. Adentro, se encontraba
sostenía en su mano. Esta decía: '11 en punto de la
se secó las lágrimas a toda prisa, pero la tristeza y la amargura permaneciero
rara; llevaba un elegante vestido pero tenía una expresión asustada. Ella sostuvo la nota con más fuerza. Incluso
Bai en un balbuceo. Luego, siguió secándose las lágrim
cho centímetros. El dolor en sus pies era insoportable, pero
ro de la operación de tu hermano menor. Sabes lo difícil que es encontrar un donante compatible de r
ue esperar a un donante de riñón que sea compatible. Sin embargo, Leon, el hermano menor de Nina, ya había perdido uno porque pudieron pagarlo. Y a pesar de que habían logra
r el rostro hinchado de su hermano, así como sus extremid
¿De qué otra manera puedes salvar a Leon? Aunque seré honesta: si no fuera por tu cara bonita, ni siquiera te recomendaría que lo hicieras. Pero piénsalo. Puedes conseguir trescientos mil de la noche a la mañana. ¡Pocas mujeres han ganado tanto dinero tan rápido! A
dijo a sí misma: "Puedes hacerlo, Nina. Hazlo por tu hermano. Es sol
ido de frenos le perforó los oídos. Miró hacia ar
ra media vuelta, lo que resultó con la cabez
rocharse el cinturón de seguridad. De lo contrario, habría ocurrido una tragedia. Aun así, le empezó a doler
la gravedad del choque. Resultaba que habían chocado contra un hermoso auto deportivo. Nina no sabía much
iera ese asunto, así que abrió rápidamente la puerta y se
e repente, un hombre muy guapo bajó del auto deportivo. Era alto y delgado, con un largo cabello que enmarcaba su rostro esculp
. Nunca había imaginado encontrarse por las calles con personas como Bobby. Para ella,
eng dándole al taxista una tarjeta claramente elegante y costosa. Luego, miró a Nina, quien lo seguía o
do revelador. Sintió que su rostro ardía de vergüenza. Sin embargo, y para su sorpresa, Bobby
tes pupilas grises reflejaban su mestizaje. 'Oh, Dios
él con voz ronca, mirándola
s latidos de su propio corazón. Solo veía los labios de
za. Nina gimió de dolor. "¿Cómo te
..Nina
ente, la tomó de la mano. "¡Entra!", exclamó
cuenta de lo que estaba sucediendo. "¿Por qué debería su
ego, agarró la nota de su man
a cabeza, a
s a otra persona? ¡Te pagaré lo mismo
ocía lo suficiente sobre él. Sabía que podía pagar muy bien. No obstante, h
on frialdad. "Nadie puede decirme que no. E
ligero empujón para meterla. Luego, él entró y cerró la puerta para irse con el