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Juego de poder

Juego de poder

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Capítulo 1 Los sueños se cumplen

Palabras:1777    |    Actualizado en: 17/03/2022

men

ba f

rreno, donde podría sembrar mis propias flores y plantas para

r el ramo de rosas que compraba. En esos cinco años, desde que abrí aquel lugar, me había dado cuenta de que pocos eran los qu

aludé a mi amiga, ella era

tener Luna de Miel ―me contestó con una sonrisa cómplice, m

í”, las mujeres de hoy en día no quieren

rosas le ayuden

n lo esper

iró bajo nuestra

hombre se había mandado un gran

e vienen para arreglar sus entuerto

les y yo me diri

que contenía los documentos del traspaso del bien reci

io terreno, ya no necesitaría depender de los proveedores de flores, que no siempre cumplían con su parte del contrato. Así que,

Yo me quedé un rato más pensando en todo lo que había logrado en cinco años. Que mis padres me botaran de casa fue lo mejor que me pudo pasar en la vida. En el momento, debo ad

pensar en eso, estaba demasiado f

y sentía que me abrazaba, pues se hundía donde yo estaba, pero alrededor se mantenía inflado. Muchas noches dormía allí, lo prefería a mi fría y dura cama. Me arropé con mi manta; a pesar de que el verano no llegaba del todo, el calor ya se po

nda. Esa abriría todos los días, pues estaba cerca de un centro comercial que movilizaba gente todo el día y hasta

on un cintillo elástico que había tejido yo misma; me coloqué unas pulseras hechas de lana que también había tejido hacía un tiempo; me encantaban las cosas así, no usaba joyas de oro ni diamantes, no me gustaban; creo que eso era lo que más odiaban mis padr

is flores. Ya pronto llevaría los cuadros que había pintados. Ellos eran, para mí, la máxima expr

aban que los repartidores no tenían derechos y para mí lo tenían tanto como cualquier otro que tuviese algo que ver con la tienda. Así que, con todo arreglado, esperaba que todo saliera muy bien. Es más, una conocida revista semanal dedicada al arte y la decoración, de un diario muy respet

lada fresca y liviana, ya que quería ir a ver el terreno pronto para comenzar con la preparación de la ti

rtenecía. Eran treinta hectáreas que esperaba crecieran con el tiempo. Era un terreno enorme que más grande se veía al no tener nada, solo tierra que trabajar; todavía el cierre era de alambre, pero muy pronto eso cambiaría y tendría una pared cubierta de hiedra. Casi lo p

egase, por lo que me entregó la llave pues se suponía que allí guardaban las mangueras y algunas cosas que él no sabía para qué las usaban, pero que yo podía quedarme con todo s

ón de árboles, pude ver lo que supuse era la casa

el abogado, la esposa del exdueño trabajaba aquel terreno con rosas, claveles, algunos árboles frutales y pasto. Sin embargo, cuando la mujer falleci

r dentro, tenía una mesita, dos sillas, una pequeña cocina de dos platos y un lavaplatos casi en miniatura; un pequeño mueble en el que estaban guardados do

e eso? Era como si esa hubiese sido una segunda casa, pero por fuera no quisie

de aquello, miré todo lo que me pertenecía y pensé que luego tendría que tener algú

, como el sobreviviente de una tormenta. Era una pequeña planta con una sola rosa roja.

ecerás grande y fuerte, serás el hermano mayor de las demás plantas que traiga hasta este lugar. Ser

os alrededores de la casita. Al finalizar, guardé tod

vendré cada día

el rosal era una señal de ello. Era un resiliente como yo, había sabido enfrentarse al odio d

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