Solo dos veces al año
go cuando Andrea me sacude y casi me caigo de
stezo y estiro mis brazos, parece que todo el rato estuve
evo durmiendo? -pr
os no eran más de las seis de la tarde,
enemos que empezar a arreglarnos, por eso te desperté. No lo hice antes porque sé que neces
e siento como nueva -coincido con ella y me levanto de un salt
ra la cama y comienzo a sacar todo lo que me
traje y valoro las posibilidades-. No hace tanto frío, pero hay que abrigarse bien. Yo me compré unos jeans
iona ante lo que acaba de decir. Ríe complacida y yo la sig
e pitillo negros que quiero estrenar, los voy a combinar con una blusa de mangas largas color rosa pastel, el sobretodo tejido del m
rrón, que hace juego con sus botas y abrigo de piel. Optamos por un maquillaje sencillo, la fiesta es en la playa
que me hizo retroceder en el tiempo, tanto que me quedé dormida por unas tres horas. Aquella niña ingenua que se miraba al espejo en aquel momento, no es la misma que a
pero ya se me olvidó cómo se siente. Un corazón roto trae muchas consecuencias, la peor d
la misma de antes. Doy un último vistazo a mi as
sta nos
.
es balcones blancos, a juego con toda la fachada. Una cerca, también blanca, rodea todo el terreno. El césped bien cortado y de un color verde esperanza, resalta entre tanta blancura. El jardín delantero de la
menta Andrea, en cuanto vemos el derroche de d
emporada -digo, alzo los hombros y mir
itriones pasan sus vacaciones, ya sea de invierno o verano, exhibiendo hasta dónde son capaces de llegar por gan
con la arena se nos dificulta un poco el poder avanzar, es tanta la gente presente que solo alcanzamos a ver el resplandor nara
telería pija y glamorosa, como de cerveza barata. Una pista improvisada de baile, delimitada por antorchas enterradas en la arena, rodean una plataforma decorada con farolillos de pape
y alza la voz por encima del ruido. Hago un gesto afirmativo con la cabeza
el momento de ponerse fuertes. Ya ha pasado una hora cuando nos encontramos con las compañeras de estudios de Andrea. Abbi y Ellie son muy agradables, las conocí el añ
fiesta de todas -dice Abbi, mientras me abraza fuertemente y me da dos besos. Ya se le n
gar con un abrazo igual de intenso-. Bienvenida de nuevo, Maddie, te extrañamos. -Sus ojos brillan
ltas -informa Andrea-. Pero hay tanta
orotamos, nos encanta esta canción. A voz en grito nos ponemos a cantar al ritmo del "Come on, come on, turn the radio on". Nos ponemos al día mientras bailamos y bebemos. El grupo local toca, en su mayoría, a
lo que más añoraba en mi casa,
ofrece a llevarnos. Cuando veo que Andrea me abre mucho los ojos, comprendo que quiere estar a solas con él, por lo que me niego y le pido que se vayan solos, que yo busco
e la playa, a esta hora ya la temperatura bajó un poco, pero no me importa, mi lugar favorito siempre será donde esté el mar. A estas horas ya casi no h
is pies y pienso cuántas veces he estado en la misma situación, sentada en la orilla del mar, atrapada con mis pensamientos. Pongo la barbilla entre mis rodillas unidas y miro la inmensidad
n otra vez y es imp
ma pensando que podría soportar todo; pero la verdad no tardó en llegar. Nunca estaría a su lado, nunca lograría mantener alejados de él, mis crudos sentimien
o puedes resistirte a mí. -Levanta sus hombros con
como tú, tus escapadas a mi cama -respondo pícaramente, lo miro directo a
elta en unas sábanas blancas con demasiado olor
te -dice y su expresión de tr
uelto muy recurrente. La primera vez lo entendí. Ahora solo me da a ente
uando cruza su mirada con la mía, sus ojos muestran una frialdad conocida. Mi sonrisa muere en mis labios an
mirada. Ya sé lo que viene ahora»
que quiero. -Alza los hombros con indiferencia y su sonrisa cínica se vuelve fría, desprovi
dedos por mis mejillas, coloca un mechón de pelo detrás de mi orej
to caliente crea chispas con el mío. Respiro hondo para tranquilizar mi rabia. Abro los ojos
entras me dirijo hacia el baño. Siento su m
illas y necesito alejarme de él. A
.
esos días, amargos pero inolvidables, vuelven,