Estos ojos no son míos

rtar un peda

ndiablados esperándome con ansias a que entrará. Máscaras sin vida que me observaban llegar en silla de ruedas dopada con mi me

¿Qué paso realmente? ¿De verdad se suicidó? ¿Qué es real y qué no? ¿Por qué

na de esas preguntas, alguien p

s gastados que chirriaban cada vez que me acostaba, sin ventanas, algo que me gustaba, porque cuando se cerraba la pu

o, la noche no era noche, sino un concierto de luces y susurros que me torturaban. Sombras que caminan sin cesar buscando algo q

a varias veces hasta qu

si la muerte los atrae igual que a mí, adelante. No los detendré. Quiero que quede prueba de que no

de cocina penetró su abdomen y con fuerza sobrehumana hizo un corte vertical, con sus manos desnudas lo abrió como un animal, dejando a la vista sus tripas, tripas que luego cortaría, pondría sobre una sartén a fuego lento, para que luego de freírlas, servirlas sobre un plato, y con un tenedor llevárselas a la boca disfrutando de un sabor crocante

s piernas en tres, dejando el torso sin cabeza y sin extremidad alguna, para luego usarlos como medio de estudio. No fue hasta luego de un año, cuando intentó hacer lo mismo con sus compañeros en clase de anatomía, que se dieron cuenta de con quien habían estado estudiando todo ese tiempo, la policía encontró los cadáveres de sus padres en la nevera, sus rostros con muecas de sufrimiento yacían congelados. Al igual que

arto del rostro, entre

Caminar a tu lado, comer a metros de ti, observándote, las pastillas que me suministran a diario, tres veces al día, no alejan eso de mí, cada vez me dan una dosis más fuerte, lo cual solo me hace dormir pensando

or, aquel sujeto, el primero que vi en el hospital luego de mi operación… ¿Qué son? ¿Demonios? Creo que es lo único que se me ocurre, algo

, a ver a estos seres acercarse a hablarme de cosas sin sentido, quizás deba escoger el camino fácil una vez más, quizás es mi única salida, el hospital ti

ofrenia y epilepsia, con el rostro apuntando hacía la luz entrante por una ventana, los visitantes al centro médico psiquiátrico pueden distinguir la silueta de una joven e