Abandonada al fuego: La traición de mi esposo
ista de Ce
del calor insoportable y los humos acres. Tropecé, desesperada, abriéndome paso a través del infierno, tratando de encontrar una salida. La puert
La ventana. Era mi única opción. Me arrastré hacia ella, las tabl
n el jardín delantero, sosteniendo a Max. E Isabella, aferrada a
su voz llegando claramente a través de la noche-. ¡Fue como cuando éram
o, su brazo envuelto firm
bien. Estoy aquí. S
y profundo vacío. Fue el momento en que me di cuenta de que realmente ya no me impor
eptación. No esperaría a nadie. No tendría esperanza en n
l. Abajo, el suelo parecía imposiblemente lejos. Pero no había opció
onces
useabundo. El dolor explotó en mi cuerpo, mil fragmentos de cristal rasgando mi ca
iró, sus ojos se abrieron de horror al verme. Dejó caer a Max, co
e arrodilló a mi lado, sus manos
sangre me ahogó. Mi visión nadó, t
molestias, cada articulación, cada músculo gritando en protesta. Damián estaba allí, desplom
eranza desesperada en sus ojos atormentados. Intent
ierta. Gracias a Dios.
firmemente. El contacto se
o se des
ba justo ahí, gimiendo. Fue instinto. ¿Por qué no gritaste? ¿Por qué
mis ojo
era un susurro seco y áspero-. No ibas
Se dio cuenta, entonces, de la finalidad en
n. No espero tu protecció
Miró la pantalla, luego a mí, una discu
rovista de emoción-. T
viado, casi
compensaré. Podemos ir a la tumba de tu
hecho añicos de nuevo. Sentí una ris
Mañana no es
l ceño, c
que siempr
mpí, mi voz plana-, es e
ersario de la muerte de mi madre, lo había confundido con el cumpleaños de Isabella, y luego lo había ofrec
a, que gritara, que me desahogara. Pero yo solo lo miraba, m
bil y escalofriante tocando mis labios-.
bitación, dejándome sola una vez más. La puerta se cerró