Su Traición, Mi Feroz Revancha
vista d
ando en el silencioso salón de baile, todo perfectamente coreografiado para pintarme como un monstruo. Los jadeos horrorizados
has hecho?! ¡
a no me afectaba. Mi corazón se había
-. No he hecho más que exponer la verdad, una verdad que te niegas a ver. ¿Y ahora me acusas de secuestro bas
elén dejó escapar un jadeo dramático y se desplom
nte por una preocupación frenética. La levantó en brazos, acunánd
e Belén en sus brazos, sus ojos sin desviarse ni una sola vez h
ue tan rápido. Sus ojos, llenos
da fue una sacudida bienvenida, un dolor físico que eclipsó momentáneamente el emocional-. ¿Crees que
rajes negros me agarraron de los brazos, su agarre como hierro. Ernestina señaló ha
una lección sobre faltarle
su fuerza er
z cargada de desafío-. ¡Todavía soy su
nte se rió, un lad
a. Tu 'celebrada' carrera está en ruinas, y tu esp
or incalculable, hasta que llegamos a un cenador apartado y tenuemente iluminado en los extensos jar
i mente aguda, se sentían inútiles contra la fuerza bruta. Uno de los hombres se acercó, una sonrisa sin
ia -murmuró, su voz esca
ío y agudo, a
están h
u rostro iluminado por la tenue luz
torio de humildad. -Hizo un gesto al hombre-. Empieza por el
debajo de la uña. Grité, un sonido crudo y primitivo arrancado de las profundidades de mi ser. Mi cuerpo se convulsionó, un in
Ernestina en la entrada, observando, saboreando mi sufrimiento. Mi visión nadaba, las tallas ornamentadas del cenador se retorcían en r
jugando al héroe devoto con su becaria manipuladora. La tr
tando con un dolor insoportable. Mi cuerpo estaba resbaladizo por el sudor, temblando incontrolablemente. Mi respiración llegaba
desprovista de toda emoción-. Y ase
a un pequeño cuarto de servicio, me desnudaron, me rociaron con agua fría y me vistieron c
enta, sus ojos llenos de desprecio, mientras me cepillaba bruscamente
voz ronca, mis dedos palpitando con un dolor
ada paso era una nueva agonía. Mi espíritu, sin embargo, permanecía int
lia
ó, y Bruno estaba allí, sus ojos brillando con una ira posesiva. Parecía desaliñado
su voz un gruñido bajo-. T
su auto de lujo, ignor
milia de Belén sigue desaparecida.
a desaparecida? Esta era una nueva capa en su intrincada red de mentiras. Y
de la ciudad se desdibujaron en franjas de color. Él hablaba, frenéticamente, sobre Belén, sobre su
llamada frenético, luego la voz de páni
eridos! ¡Están diciendo... están diciendo que ella lo hiz
lanzándome hacia adelante. Se volvió hacia mí, s
ar tan lejos?! -Me agarró por los hombros, sac
n lienzo crudo de dolor, mi alma un páramo. Pero en ese páramo, una semilla de odio puro e inalterado comenzó a brotar. Realmente se había convertido en mi ene
nte. Mi silencio era mi única