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Su Traición, Mi Feroz Revancha

Capítulo 5 

Palabras:1252    |    Actualizado en: Hoy, a las 19:02

vista d

de integridad, ahora era arrastrado por el lodo, convertido en una historia con moraleja. Yacía en la estéril cama bl

por sus filtraciones cuidadosamente plantadas, me habían pintado como una periodista manipuladora y deshonesta que fabricaba fuentes y

nte", había publicado una foto: su mano, pequeña y delicada, entrelazada con la de Bruno. En su dedo anular, brillando intensamente, est

e todas las plataformas, bloqueé su número, la purgué de mi existencia digital. F

llegó, su rostro gra

s del divorcio... y

acción se insta

a al día siguiente. Qui

, sorpr

as en

serio. -Mi voz era plan

a mueble, susurraba el nombre de Bruno. Su gusto, sus preferencias, su comodidad. Me di cuenta con una sacudida nauseabunda de que, lenta e imperceptiblemente, había desaparecido en

alrededor del otro, parados frente a la ruinosa casa hogar donde crecimos. Éramos solo niños entonces, afer

sta, exponer la verdad. Éramos un equipo, una fuerza contra la injusticia del mundo. Lo recordé salvándom

l que había destrozado los

a, la esperanza, la devoción feroz. Todo se había ido. Partí la foto por la mitad, rasgando su sonri

uería humillarme públicamente, deleitarse con mi caída. Pero había olvidado un detalle crucial. Yo todavía era la señora Cohen, al menos por un poco más de tiempo. El acuerdo prenupcial, r

a, pero no estab

cabeza en alto, un fantasma en un vestido negro, mi rostro cuidadosamente en blanco. Los murmullos comenzaron, su

ante vestido azul, estaba Belén, mi anillo de bodas prominentemente exhibido en su mano. Parecía

jos conocidos con un profesionalismo dista

velada, ¿no es así? -Le presenté un pequeño regalo exquisitam

iló, sus ojos

cara. -Su voz goteaba desdén-. Despu

mente estoy cumpliendo con mis deber

u mirada re

e darle un heredero a mi hijo. -Sus palabras fueron un golpe calculado, dirigido a mi herida

de Bruno, intervino, su

e razón, Eliana. Brun

olía protegerme ferozmente de las púas de su madre, su mano una presencia reconfo

de Belén-. Pero lo que él 'merece' y lo

, usualmente tan compuesto, palideció al contestar. Sus oj

Dejó caer el teléfono, agarrándose la cabeza, y luego, dramáticame

sonando en el salón de baile repentinamente silencios

mplicarme, para pintarme como la villana. Per

sucedió? -preguntó, su v

adres! -chilló Belén, apuntándome con un dedo tembloroso-. ¡Eliana, por

ados en sus rostros. Bruno, con el rostro contraído por la rabia, me miró,

ó, su voz sacudiendo los candela

ncluso después de todo, todavía la eligió a ella, eligió condenarme sin pensarlo dos veces. La frialdad en mi cora

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