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Ocho años perdidos, ahora por fin libre

Capítulo 4 

Palabras:1207    |    Actualizado en: 24/12/2025

de E

n una nota personal: "Elena, estarás allí. Necesitamos mostrar un frente unido, por el bien del bufete. Y por el nuestro. Necesitamos hablar, como

el bufete. Sino por mí misma. Haría una

reflejando los flashes de las cámaras. El aire estaba cargado con el aroma de perfumes caros y m

ente con el de él, su cabeza echada hacia atrás en una carcajada. Llevaba un vestido del color de las esmeraldas en bruto, brillante y ceñido, dis

a nueva pareja de poder del bufete. Yo observaba desde la barrera, un fantasma en

habitación abarrotada, y su sonrisa triunfante se ensanchó. Se desenredó de Ricardo, pa

ara. Honestamente pensé que estarías escondida en un rincón oscuro, lamiéndote las heridas". Tomó un sorbo de su champaña, s

tro lado de la habitación, estaba observando, una leve sonrisa en sus labio

í, mi voz tranquila, firme, "

La música seguía sonando, las risas continuaban a l

un destello de confusión. Comenzó a moverse,

asociada amargada y acabada sin futuro?". Tomó otro sorbo teatral de champaña. "¿O quizás finalmente vas a

da, mientras que otras... bueno, otras eligen huir. De sus problemas. De sus errores. De sus propios cuerpos". Sus ojos brillaron con malicia. "Dime, Elena,

abierta y purulenta de ese recuerdo. La habitación estéril. Los instrumentos fríos. El vacío que siguió, físico y emocional. Todo por Ricardo. Todo por

muy abiertos, un horror naciente en su ro

allí, observando, mientras Sofí

la suya. "Ocho años. Ocho años pasé creyendo tus mentiras. Creyendo que éramos un equipo. Que cada sacrificio que hice fue por nosotros". Di un paso adelante, acortando la distancia entre nosotros, obligándolo a mirarme a los

os espectadores. Estallaron sus

uriosa. "¡Elena, basta! ¡Estás haciendo una escena

or y egoísta que usa a la gente hasta que ya no es conveniente". Mi voz se hizo más fuerte, más potente, alimentada por och

e, los clientes, los asociados. "Se acabó ser tu 'asistente legal

peso de mis palabras. Estrelló su copa de champaña contra una mesa cercana, el cristal rompiéndos

retensión. Se abalanzó sobre mí, su mano levantada, pero algunos de los s

l derecho a tocarme el día que me llamaste 'mercancía dañada'. Y perdiste el derecho a mi vida el día que le diste

tendiéndose por mi rostro, una sonrisa genuina por primera vez en años. "Ya he encontrad

a y me alejé. Mis tacones resonaban contra el suelo de mármol, cada paso una rotunda declaración de liberta

te seguí caminando, hacia la noche, hacia un futu

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