Ocho años perdidos, ahora por fin libre
de E
ta de mi oficina, el espacio que había sido mío durante ocho años, ahora aparentemente absorbido en su órbita. Sus ojos se entrecerrar
ora se sentía como territorio enemigo. Mi breve momento de rebelión de ayer había sido exa
artificial. "Te ves un poco... descuidada. ¿No funcionó tu pequeño nu
ignorando las pilas de papeleo que no eran mías. "¿Qué q
alterada. Como un resorte que finalmente se rompió". Se rio, un sonido quebradizo y sin humor. "O tal vez simplemente te diste cuenta de que alg
nación condescendiente de su cabeza. Era una caricatura del éxito, una fachada brillante. "Sa
ojos brillaron de ira. "¿Qué
u mirada de frente, "que la verdad s
es muy lista, ¿verdad? Tan noble. Pero solo estás amargada, Elena. Un juguete amargado y desechado". Giró sobre sus tal
en su rostro. Pasó un brazo por la cintura de Sofía, atrayéndola hacia él. "¿Todo
nos... asuntos viejos, cariño". Se inclinó y l
al, y ella, la nueva y brillante estrella con conexiones poderosas. La ir
s altos se engancharon en la alfombra, y una pila de archivos que llevaba -archivos de mi acuerdo tecnológico- se cayó de sus
y afectado. "¡Ay, no, mis uñas
ró patear una taza de café que estaba precariamente en un carrito cercano. Cayó al suelo con un crujido de porce
el brazo. "¡Ay, qué horror! ¡Mi traje nuevo está arruinado!", s
e vio de pie allí, una observadora silenciosa. Sus ojos se endurecieron. "Elena", orden
mo una subordinada. Como una sirvient
e puso rígido. La
encia. "Sofía está angustiada. Tenemos una reunión en cinco minutos. Alguien tiene que encar
o. Mi estómago se revolvió. Sabía lo que era esto. U
emocional. Sentía como si mi cuerpo estuviera reflejando la traición, una manifestación física de los escombros emocionales. Habí
ado. Me agaché, ignorando el dolor punzante, ignorando la sonrisa triunfante de Sofía. Mis dedos,
contaminarla. "No querrás ensuciar tu lindo traje. Ah, espera, estás usa
iempre lo hacía. Me veía limpiar sus desastres, sus errores,
. El dolor era agudo, casi debilitante. Mi visión se nubló por
tender la mano, su mano extendiéndose. Un destello
cardo, mi amor, me siento débil. Ese olor... es abrumador". Se apoyó pesadam
ndola lejos. "Vamos a que tomes un poco de aire fresco, Sofía. Elena p
conferencias. Me quedé sola, arrodillada en el frío suelo de mármol, rodeada por los restos de café derramado y porcela
mor, mi lealtad. Reducidos a esto. Li
un momento de absoluta claridad. A él no le importaba. Nunca le había importado. Nunca
último acto en esta obra retorcida y degradante. Esto no era solo café
este bufete. De su