Esposa Invisible, Corazón Roto y Divorcio
na
uperara de una "crisis nerviosa". Pero yo sabía la verdad. Era una invasión, silenciosa y calculada. Su risa estri
seda, preparando el café de Román. "Alina, querida, ¿no vas a desayunar?", me preguntab
ran gruesas, pero no lo suficiente para ahogar la burla en sus voces. Las risas
sala. Román la abrazaba, besándole el cabello. Nilda se giró y m
a sorprendida de verme. "Únete a nos
que estudiar", respondí,
u único trabajo es ser una buena esposa", Ni
esposa' difiere de la tuya", re
da tiene razón, Alina. ¿Por qué te esfuerza
no puede comprar", respon
Todavía sueñas con exhibir tus telarañ
s, Nilda. Yo lo llamo arte, mi c
almas enredadas desde la infancia. Las de su familia son las tierras. Así que,
uerdo cuando éramos niños.
, la habitación se encogió. Necesitaba sa
su piel, a su ropa. Me estremecí de asco. Se acercó a la cama, me tocó
lina?", preguntó
subiendo por mi garganta. Corrí al bañ
enes?", preguntó, apoyan
e corrió a los últimos meses. Mi periodo. ¿Por qué no habí
o resonó desde la
me!", su voz so
o, salió corriendo de la habitación. Escuch
evuelto, mi mente en un
asomé y lo vi, mi solicitud para la residencia d
na?", preguntó, le
a de investigación. En Madrid", r
iar textiles? ¿No te das cuenta de que eso no te lle
e esté", le espeté. Él me miró, u
?", Román preguntó, su voz cortante. Siempre volvía a lo mismo. A mi origen, a mi pueblo, a la 'generosidad' de su fami
, su alma corrupta. Ese hombre era tan
genda en el escritorio", Nilda interrumpió, entrando en la habita
ego, se dio la vuelta y salió de la habitac
dencia, la acaricié. Mis ojos se posaron en la frase "Alina Castell de Sánchez". El "de Sá