La Loterillera
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lfonso, discutían y la situación era
l sol del mediodía, y el piso de embaldosado de cemento se cubría de polvo cada vez que alguien daba un paso
n vuelto rutina. Siempre
anzaba par
lfonso gastando el
meralda y Andrés nec
ubió de precio
ecía pegado a la piel como
reclamarle a Alfonso pidiendole
ar comida además de los gastos de la casa, también nec
o de la situ
! Ni tampoco tengo para pagar el agua , debemos dos recibos ni ta
a al vaso que casi s
respondio
onso!-respondió ella, cansad
no pasar todo el tiempo en la cantina beb
ora. Alfonso se levantó de golpe, la silla rechinó
reclamando, mujer! ¡Y
expresión de ir
hombre que tengo que me ay
ojos, sin retroceder
le de comer a su mujer y sus hijos. Y no se va de borracho en la cantina que más bien , le regala todo los
rito Alfonso,
jugaba en un rincón con un carrito de plástico con mucho miedo porque veía que sus padres está
sí
ensó dos veces y levantó la mano y le dio un puñetaso a Verón
da, soltando la aguja
la mejilla roja, con los ojos lle
agachó para levantar a
a reclamar
sa? ¿ por qué le p
e sentía mucha rabia al ver que su papá gol
rle ni mi abuelo existe que e
cogido en un rincón junto a la mesa, abr
te - dijo Veró
a pegarle, se que hay problemas pero no
de retroceder, g
e voy
ralda con furia-. ¡Pero no vuelva a
es buscarán la manera co
rfavor -dij
so re
agua le lleguen al cuello , ahí si
cía, su rostro ardía por el golpe. Afuera, lo
vecina de sesenta años que vivía a tres casas, inter
idad! -murmuró mientras cam
nica con la mejilla hinchada, Esmeralda parada como una barrera e
ómo podés pegarle a una mujer no te da vergüenza ? ¡Mír
spondió de
ieja chismosa! busqueo, girándose
arme, y no me dejé. Lo eché de mi casa, y nunca más vo
vieja chismosa f
abían mudado ya que vivían en Matagalpa y s
colegio que te comente por la tarde y tengo que buscar trab
mama ojalá
n. Hasta podés encontrar n
n la casa
Verónica es como
ias por ayudarme Pe
a Verónica, la abrazó fue
so te maltrate. No vale l
o y, como si algo dentro de ella hu
osas y te me vas! -grit
n miedo, soltó un bufido, fue al cuarto y comenzó a meter ropa en una maleta.
sin mí -dijo antes de e
mezcla de tristeza y alivio. Verónica, de pie en
entando sonreírle a Esmeralda, a
ió a abraza
daba con la comida... -preguntó con inocencia,
anas en su cabello y lentes que observab
con voz suave-. ¿Te gustaría
parpadeó,
¿
mucho. Es honrado, y co
ó que no había
voy a trabajar. Necesitamos
vino Verónica-, t
ina
ralda puede trabajar medio tiempo, p
, apretando la mano de su
en la mejilla seguía ahí, sintió que algo
hija -aceptó
certidumbre, nació la decisión que marcaría
rse el pan día a día, bajo el sol de Managua, con un manojo de b
techo de su cuarto. Pensaba en su papá, en lo duro que sería ma
és. No podía fallarles. Apretó los ojos c
, mi vida cambia. Y
toria de Esmeralda, la loteri