Traicionada por el Don: Su Huida Definitiva
Juliana
a denso, con el olor a dinero viejo y
de Hierro estaba sentada en su trono de terciopelo, observando
estaba a s
tuaba como si nunca hubiera sucedido, como si mi humillación pú
r, su voz cortando los m
temblando ligeramente mientras
ancestral de la familia en Jalisco. Se suponía que era mi ofrenda de pa
eonor -dije, mi voz más f
té la
capó de la garganta antes
había des
ondo de terciopelo negr
ño y tosco velo de novia, y sus patas rígidas y frías estaban
dumbre golpeó la habitación al ins
sus facciones se contorsionar
el sonido como vapor es
retrocediendo mientras la s
ombras como una víbora a
simpatía artificial que apenas ocultab
antándose lentamente de su tro
a rata no era solo u
a acus
icaba
ndo en mi pecho-. ¡Yo pinté la
peradamente ha
en sus ojos una pizca de humanidad-. Tú
la criatura pod
te, volvió su m
a: impenetrable, frío y comple
respetar, abuela -d
zón se
a sal
había abier
señalando el suelo con u
diera moverme. Me arrastraron al centro de la habitació
gri
la. No les daría
os de tiburón, se adelantó empuñ
nció Leonor-. Por l
golpeando mi espalda como
con tanta fuerza q
n
dro ob
ó un sorbo lento e in
o
samente el colgante de la Estrella de l
r
como un torniquete aplastante. Forcé mis ojos a abrirse, c
ntré en
que me manten
at
nc
respirar. Sentía la espalda c
e desplomé hacia adelante en
zapatos lustrados deteners
aga
a mano. No me ay
clinó, sus labio
rme nunca más -susurró,
puños de la camisa y se
n la alfombr
a agonía, com
l do
dí
a y do