El Pacto Roto Por La Envidia
eya
en camas contiguas, separadas por solo un metro, pero unidas por un abismo de dolor y traición. El silencio entre nosot
de veneno que habían usado para inmovilizarla. Sus ojos, normalmente llenos de un fuego indomable, ahora eran charcos de lágrimas silenciosas. Extend
el rastro de la suciedad y la sangre seca en su mejilla. "Me gritó. Dijo que soy una irresponsable. Q
oñábamos con esto... con un amor grande, con una vida plena. ¿Cómo pudimos ser tan estúpidas?" Sus palabras, llenas de
cuerpo era su templo, su expresión más pura. En nuestra comunidad, ella era la más prometedora, la más talentosa. Su futuro brillaba más que el sol de mediodía, un camino alfombrado de aplausos y éxitos. Ahora, todo eso se había ido. Destrozado,
n. La voz de Efraín, incluso a través del altavoz, era un trueno. "¡Te dije que no te metieras en problemas! Mira lo que has hecho. Ahora la prensa va a empezar a preguntar. ¿Y
riño. "Daniela necesita mi apoyo ahora. Tú solo eres un estorbo." Su voz se endureció. "Si no puedes cump
ágrimas, traicioneras, volvieron a fluir, calientes y amargas.
contenido. "Dejemos esto atrás. Empecemos de nuevo.
ón de cabeza, sus ojos fijos en lo
vidas que habíamos imaginado con hombres que resultaron ser monstruos. Lloramos por el dolor físico, por las heridas invis
susurros de la gente. "Las hermanas Villa han cazado a los Vázquez. Qué suerte." Nosotras, hermosas e
us ojos era amor. Estela, a pocos metros de mí, sentía lo mismo con Efraín. Pensamos que nos habíamos encontrado con nuestros destinos, que habíamos
se, su atención se desvió por completo hacia Daniela. Mi embarazo, que debería haber sido
s y la indiferencia hacia Estela. Su carrera, su pasión, la veía como un
palabras de amor, sus gestos, sus promesas... solo eran un cruel montaje para mantener a Daniela a raya, para herirla a través de nosotras. Todas las miradas de amo
ela, pendiente de su 'salud frágil', de sus 'ataques de pánico', de cada capricho.
z de Estela me sacó de mis pensamientos
dre, Estela," respondí, mi
oso. Y fue por culpa de ellos. Por