El Monstruo Detrás de Su Máscara
ista de So
mi existencia, solidificó algo dentro de mí. No había vuelta atrás. No hab
nte más pruebas. Los informes del investigador privado se acumulaban, confirmando mis peores sospechas y más. Mateo no solo estaba engañándome; estaba drenando sistemáticamente fondos de su empresa
. Especialment
guo escritorio, como hacía ocasionalmente antes del accidente. Mientras navegaba por los elegantes y modernos pasillos de su
bían. Todos sabían que algo andaba mal. Algunos, los que me habían visto en mi momento más fuerte, ofrecieron un apoyo silencioso,
ce pasó flotando. Valeria. Se pavoneó más allá de la puerta abierta, su voz piando fuerte a un colega, su vientre de
goteando falsa preocupación-. ¿Busca
trándome en los p
el umbral, bloqueando efectivamente mi salida-. Mateo inte
leria -dije,
con malicia-. Mateo me dijo que te mantuviera alejada de su tr
a tocando mis labios-. ¿También te dijo cómo pasa sus
se entr
a, Sofía. Una esposa trofeo que se rompió. -Se inclinó, su voz bajando
trabajo. Mi dolor crónico se encendió, un lati
ra un hombre que se aburre fácilmente. -Di un paso más cerca, obligándola a retroceder-. Eres como ese gato que tiraste al contenedor. Brillante y nueva po
Valeria vaciló. Un destel
Se va a cas
no está confesando sus verdaderos sentimientos sobre ti en
ció en una másca
una embestida repentina y sal
ria, desequilibrada por su embarazo y su propia furia, tropezó. Sus pies resbalaron en el suelo
Se agarró el vientre hinchado, su rostro
gimió, las lágrimas co
rros se convirtieron en gritos. Aparecier
ó? -gritó
, sus lágrimas ahora fluyendo libremente, una imagen perfecta de
o de alarma. Vio a Valeria en el suelo, agarrándose el vientre, rodeada
odilló junto a ella, su mano tocando suavement
enterrando su r
teo. Dijo cosas terribl
jos ardiendo con una
sicópata, Sofía! ¿Cómo pudiste ha
a a pesar de los latidos en mi pecho-
lla! ¡Todos te vieron! -Se volvió hacia los emple
me miró a los ojos. La lealtad, al par
Y sabes qué, Mateo, hay cámaras por toda esta
yudando a Valeria
estás tratando de desviar la atención. -Miró a Valeria, su expresión suavizándose-. No t
apoyándose pe
stro bebé. Por favor, no de
se bebé? Espero que estés listo para la prueba de paternidad, porque si es tuyo, estás a punt
puso blanco. Sus ojos se entrecerraron, llenos de una rabia cruda y primiti
ctante y brutal. Mi cabeza se echó hacia atrás, el mundo incli
a cuestionar a mi hijo? Esto es todo, Sofía. ¿Quieres una guerra? La tienes. Te arruinar
mi boca. Mi cabeza se aclaró. La ira, aguda y fría, regresó. Me había golpeado. Después de años de abuso emocional, de manipulación, fina
a pólvora. Mis padres llamaro
demandarte! ¡Dice que agrediste a una muj
dre, su voz desesperada-. Pídele perdón. N
esto, fueron peores. Leonor l
argas. Mateo es demasiado bueno para ti. Debería haberte dej
o, su voz fría-. Abandona el divorcio. Discúlpate co
fortaleciendo mi resolución. No veían la verdad. No
ia: "Sofía, todavía te amo. Esta no eres tú. Vuelve a casa. Hablemos. Arreglemos
¿Perdonarme? ¿Por qué? ¿Por querer la v
ia de honor, un recordatorio del monstruo con el que me había casado. Podían amenaza
cada una de sus sucias mentiras. La campana
pie! -llamó
o aún arrogante. Valeria se sentó a su lado, con aspecto recatado y frágil. Nuestros padres se sentaron detrás de ell
netrantes, miró primero a Mateo. Su voz, cuando
ble-, ¿admite usted, o no, las acusaciones de
olpe físico. El aire en la sala del tribunal crepitó con una tensi