Mi Boda, Su Más Grande Error
s aún resonando en mis oídos. El apartamento que compartíamos, decorado con cada detalle que habíamos elegido juntos, ahora se sent
pa en mi maleta, la puerta principal se abrió. Mauric
sonrisa forzada. "¿Me extrañaste?" En su mano, sostenía un tallo de rosas rojas. Algunas
o, su voz empalagosa. Se acercó y me ofreció la
marchita que probablemente recogió de un basurero en su camino? Sentí la ira bur
eguntó Mauricio, su ceñ
risa se desvaneció. En el cuello de su camisa, justo debajo del cuel
na indignación hiriente. Una punzada de rabia, aguda
ñalando la mancha con el tallo de la ro
sus labios. "Oh, eso... uh... seguro fue en la oficina. Ya sabes, la señorita de recepción siempre es tan... efus
rtela. No queremos que uses una camisa sucia e
laves lo hará", dijo, retrocedien
pudiera protestar más, le quité la camisa. Él se qued
Se inclinó, me dio un beso rápido en la mejilla y
amisa en mis manos, mi mirada fija en la m
do cada detalle. Él creía que yo era
anos, con una fuerza incontrolable, rasgaron la tela. Se desgarró limpiamente, un sonido seco y definitivo. Mis
Oh, bueno. Supongo que tendremos que comprar una nu
vacías que ya no significaban nada. Él pensó que con eso bastaba. Pero el aroma dulzón del
es mejor", obser
r la ironía. "La lealtad es importan
ensé en los cinco años que habíamos compartido, los sueñ
ientes que esperaban para cenar conmigo, pero él, él fue diferente. Me cortejó con una intensidad que pensé que era amor. Recuerdo nuestros primero
huesos. Él me encontró, me sacó de allí, su rostro cubierto de hollín, sus ojos llenos de una preocupación genuin
ianza, te juro que te arrepentirás. Te dejaré. Incluso si tengo que casarme con el diablo, lo
un templo vacío. Él se había reído de mi advertenci
por la Alexia ingenua que había amado a ese hombre. Cayeron
e abrazó, intentando consolarme. "No llores, mi amor. ¿Es por la
Estoy bien", murmuré, forcejeando para alejarme de él.
a un movimiento estratégico.