Demasiado tarde para tu propuesta
/0/21144/coverbig.jpg?v=c13a499fb294f661e242e86018b0da29&imageMogr2/format/webp)
ga", Brenda, después de que le di un ultimátum. "Si te vas, terminamos", le había adver
las publicaciones burlonas de Brenda en Instagram me
publicaciones: fotos de ellos dos que parecían una pareja feliz, con descripciones que
e rompió; se congeló. Los años de rogar por su afecto,
a esperando su cena favori
las cajas de mudanza que conten
a proponerme matrimonio. Pero era demasiado ta
ítu
sa
una foto de la pulsera que siempre había querido, la que le había señalado en cada escaparat
ue esté lista", decía el mensaje
como antes. Solo zumbaba co
abía añadido casualmente: "Ah,
nuestra relación, un zumbido constante e irritante de fondo
siempre tenía que ejercer ese poquito extra de control. "Pre
sin duda había provocado estos mensajes se cortó. Ni un adiós. Ni un
o el aroma persistente de su loción. Sus pertenencias, meticulosamente clasificadas y dobladas, llenaban media docena de
labios. "¿Se te olvidó?", tecleé, adjuntando
Solo el silencio arrogante y exaspe
e afeitar rara vez usada, en una caja más pequeña. Cada movimiento era deliberado, sin prisa. No
en encender las luces. El departamento, una vez lleno de la calidez de risas compartidas y alguna que otra discusión
uido por un estallido de charla alegre, dos voces, una profunda y
ado fuerte, un poco demasiado cerca. "
il de dos personas que conocían el lenguaje corporal del otro, que habían compartido innumerables bromas privadas
ando una afectación exagerada que me revolvió el estómago. "Tu po
por la rendija de la puerta. Casi podía imaginarla, apoyada en él, su mano p
que mi corazón se acelerara, ahora solo una punzada sor
i presencia inquebrantable. Era el mismo tono que usaba cuando esperaba s
denso de anticipación.
mento, una pregunta teñida de impaciencia. "Mi
de la luz del techo. Carlos estaba enmarcado en la puerta, con un ligero ceño fruncido
iladas a los espacios vacíos donde solían estar sus posesion
ticuló salvajemente hacia las cajas, como si se hubieran materia
e en silencio junto a la barra de la cocina, mi rostro desprov
n, sus ojos ardiendo. "¡Te dije que venía, y me mu
tirón la puerta del refrigerador, mirando dentro con una indignación cas
ara enfrentarme. "¡No hay nada aquí
gida, sus ojos abiertos con una simpatía fabricada. "Ay, Carlos, mi amor, cálmate. A lo mejor Eli tuvo un día pesado. Seguro se le olvidó". Se volvió hacia m
fante. Carlos se movió incómodo, su ira momentáneamen
claridad fría se apoderó de mí. La a
o hay cena, Carlos, porque terminamos". Señalé las
as que estaba acostumbrado. Extendí la mano, mis dedos rozando la caja superior, un gest