Demasiado tarde para tu propuesta
sa
maginé, hace apenas una semana, en esta misma cama de hospital, sollozando en mi almohada, revisando desesperadamente mi teléfono en bu
ansiedad, finalmente me había quedado dormida. Cuando desperté, lo primero que vi fue el blanco crudo del techo d
ándose, amplias sonrisas en sus rostros. La descripción, más audaz y desafiante que antes, de
me invadió. No era la habitual ola de dolor fresco, ni el familiar escozor de
me pregunté si era lo suficientemente bonita, lo suficientemente divertida, lo suficientemente despreocupada. Solo vi a dos
o. Reemplazado por un lienzo en blanco. No había llorado desde ese colapso inicial. No había revisado su última con
vi, por primera vez. Ella todavía estaba librando una batalla que yo ya había abandonado. ¿Y Carlos
pio. Me levanté de la cama, con el suero todavía conectado
asa", dije, mi v
ía extendida como una ofrenda de paz, la calma que sentía era absoluta. Ya no se tratab
l silencio, cada palabra precisa y delibe
"¿De qué estás hablando?", tartamudeó, bajando ligeramente la
por encima de nuestra relación? ¿El hecho de que me dijiste que no viniera llorando a ti? ¿El hecho de que ignoraste mis llamadas
desviaron hacia Brenda, quien d
e, que te asfixiaba", continué, mi voz inquebrantable. "Bueno,
mudanzas venga a recogerlas. Deberían estar aquí en cualqui
irme. "Y después de esta noche, no habrá más contacto. No más m
o en un idioma extranjero. Su
tal como lo había hecho innumerables veces en mi cabeza. Pero no. Esto tenía
a que se desmoronaría. Pero esa Eli se había ido. Enterrada bajo capas de dolor y, finalmente, un profundo sentido de autopreser
a pelea que podría ganar fácilmente haciéndose la víctima. Esta resolución
momento para intervenir, su voz aguda. "¡Ay, por el amor de Di
. Me miró a mí, un destello
tirar todo por la borda? ¿Todos esos años? ¿Nuestros planes?". Gesticuló vagamente entre nosotros, luego
o a trompicones, pero cayeron en saco
ó en la puerta principal. "¡Servicio de mudanza, señorit