icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Mi Corazón, Su Repuesto

Capítulo 6 

Palabras:1077    |    Actualizado en: 27/11/2025

a Gar

fantasma, una sombra, un extraño en mi visión periférica. Todavía me seguía, a unos pasos de distancia, su vigilancia silenciosa un recordator

ncias hasta el último detalle. Lo ponía delante de mí, luego retrocedía, esperando. Yo apartaba el plato, s

frente, y me deslizaba en el asiento trasero sin una sola mirada. Nunca vi su mano dudar, sus dedo

aba demacrado, sin afeitar, sus ojos sombreados por un profundo cansancio. Siempre es

pero ahora sus celos ardían a fuego lento, una llama constante. La

desde mi estudio. Adriana lo

e, teñida de molestia-. ¡Pareces un zombi! Y

lmarla, su voz

avor. No te pre

pisotee! ¿Por qué dejas que te trate así? ¡Ella te necesita, Damián! Volver

iró a su alrededor, como si le pr

nían un miedo profundo y desconocido-. Y si la perdemos... si no me perdona... ¿cómo vas a conseguir lo que necesitas? -Su voz bajó a

Las palabras lo confirmaron todo. Mi sang

lvo, Adriana -continuó, su voz cargada de desesperació

ron de una alegría posesiva. Se estiró, bajó su rostro y pres

ciosa en su estructura, pero no se apartó. Simpleme

trolable. Mi respiración se entrecortó, un jadeo ahogado atrapado en mi garganta. Presioné mis manos sobre mi boca, ahogando el grito crudo qu

o en mi habitación. Cerré la puerta con llave, luego me deslicé hacia abajo, derrumbándome en el suelo, mi espalda contra la madera

n salvavidas. Lo busqué a tientas,

noche -dijo, su voz enérgica-. Una presentación formal. Su hijo, Ale

ieron blancos. Tomé una respiración profunda y tembloro

ecir, mi voz sorprendente

llegues ta

na aparición pálida y fantasmal. Mis ojos estaban enrojecidos, mis labios hinchados por los gritos silen

ia. Elegí un vestido oscuro y elegante, de corte perfecto, que acentuaba mi figura. Me recogí el pel

a era fría, serena y absolutamente inflexible. No había rastro del desamor

acones resonando bruscame

a una sirvienta sorprendida,

os inmediatamente fijos en mi apariencia tran

ninguna cita. -Su voz estaba teñida de una

ión, bajó flotando las escaler

una fiesta? ¿Puedo ir? Ya me siento mucho mejor. -Sus ojos, s

Que venga. Que vea. Que sea testigo de la mu

es venir. Absolutamente puedes. -Lo supe entonces. Est

Obtenga su bonus en la App

Abrir