Mi Corazón, Su Repuesto
a Gar
fantasma, una sombra, un extraño en mi visión periférica. Todavía me seguía, a unos pasos de distancia, su vigilancia silenciosa un recordator
ncias hasta el último detalle. Lo ponía delante de mí, luego retrocedía, esperando. Yo apartaba el plato, s
frente, y me deslizaba en el asiento trasero sin una sola mirada. Nunca vi su mano dudar, sus dedo
aba demacrado, sin afeitar, sus ojos sombreados por un profundo cansancio. Siempre es
pero ahora sus celos ardían a fuego lento, una llama constante. La
desde mi estudio. Adriana lo
e, teñida de molestia-. ¡Pareces un zombi! Y
lmarla, su voz
avor. No te pre
pisotee! ¿Por qué dejas que te trate así? ¡Ella te necesita, Damián! Volver
iró a su alrededor, como si le pr
nían un miedo profundo y desconocido-. Y si la perdemos... si no me perdona... ¿cómo vas a conseguir lo que necesitas? -Su voz bajó a
Las palabras lo confirmaron todo. Mi sang
lvo, Adriana -continuó, su voz cargada de desesperació
ron de una alegría posesiva. Se estiró, bajó su rostro y pres
ciosa en su estructura, pero no se apartó. Simpleme
trolable. Mi respiración se entrecortó, un jadeo ahogado atrapado en mi garganta. Presioné mis manos sobre mi boca, ahogando el grito crudo qu
o en mi habitación. Cerré la puerta con llave, luego me deslicé hacia abajo, derrumbándome en el suelo, mi espalda contra la madera
n salvavidas. Lo busqué a tientas,
noche -dijo, su voz enérgica-. Una presentación formal. Su hijo, Ale
ieron blancos. Tomé una respiración profunda y tembloro
ecir, mi voz sorprendente
llegues ta
na aparición pálida y fantasmal. Mis ojos estaban enrojecidos, mis labios hinchados por los gritos silen
ia. Elegí un vestido oscuro y elegante, de corte perfecto, que acentuaba mi figura. Me recogí el pel
a era fría, serena y absolutamente inflexible. No había rastro del desamor
acones resonando bruscame
a una sirvienta sorprendida,
os inmediatamente fijos en mi apariencia tran
ninguna cita. -Su voz estaba teñida de una
ión, bajó flotando las escaler
una fiesta? ¿Puedo ir? Ya me siento mucho mejor. -Sus ojos, s
Que venga. Que vea. Que sea testigo de la mu
es venir. Absolutamente puedes. -Lo supe entonces. Est