Mi Corazón, Su Repuesto
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a velocidad que iba directo hacia mí. En ese instante, supe que lo amaba
la verdad. No me había salvad
lo era la "mejor opción" para el
ara mantener a su donante de órganos segura y dócil. El hombre que y
trampa cuidadosamente construida, y yo hab
murió en ese pasillo estéril de hospita
hielo-. Estoy lista para considerar
ítu
a Gar
ió Damián. Se convirtió en un escudo humano, lanzándose entre el coche y yo, recibiendo todo el imvigilantes, estaban fijos en mí. Siempre en mí. Una protección feroz que yo siempre había adorado en sec
Realment
enas, una visión del futuro parpadeó ante mí. Un futuro con él. A salvo. Amada. Una vida
emasiado brillante, y mi cabeza palpitaba con un dolor sordo y persistente. Mi cuerpo s
é, mi voz era
er de rostro amable, s
za. Tómelo con calma. Ha s
ando incorporarme-. ¿Es
más graves. Está al final del pasillo -explicó, emp
ón latía con una ur
habi
iendo la terque
07. Pero por fav
las. Vestida con una endeble bata de hospital, salí arrastrando los pies, aferrándome a la fría ba
la estrecha abertura, la vi. Adriana. La hermana adoptiva de Damián. Estaba sentada al borde de su
rado y brillante, casi imperceptible, que conectaba a Damián y Adriana. Pulsaba, una cuerda vibrante y viva, ir
staba viendo eso? Mi cabeza todavía estab
abrieron con un aleteo, un ge
rostro. Se inclinó hacia él, su voz
despierto. Ay,
mor recién descubierto, de repente se sintió helad
lce, ahora tenía un filo cortante-. ¡Pudiste habe
acariciando su cabello, un gesto tan
aznó, con la voz forza
só. No era el dolor de mis heridas. Era algo mucho peor. Adrian
hubiera pasado... ¿c
corría como agua helada por mis venas. Adriana. La dulce, tímida y crónicamente enferma Adriana. Los medios la adoraban, presentá
án era baja, a
rmitirnos perder nuestra m
valiente. No era amada. Solo era una donante de riñón. El mundo se inclinó, el impecable pasillo del hospital se tambaleó. Mis piernas se sin
do a las enfermeras desconcertadas, hasta que encontré una sala de espera desolada. Me derrumbé en una dura silla de plá
e de riñón". Las palabras se repetían,
do y entró Damián. Se veía pálido, un vendaje asomaba por debajo de su camisa, pero su postura seguía siendo fuerte, inquebranta
ijo, su voz suave, tranquili
acia Adriana, que ahora estaba de pie tímidamente en el umbral. Se apretaba a su alrededor, un agarre posesivo, incluso mientras Damián se sentaba a mi lado. No era amor por m
habitación, su voz e
cho por ti. Ojalá yo tuviera a alguien así. -Sus ojos, sin embargo, c
ó una mirada d
stes a Ximena. Ne
ua. Era una víbora. Una víbora con cara de ángel. La chica ingenua que había en mí, la que creía en cu
mano de la
-dije, mi voz plana,
ello de algo, quizás pr
gura? Pued
ápidamente, su mano e
sar. Ven conmigo, tú también necesit
detuvo en mí un moment
ama. -Me dedicó una sonrisa f
as cedieron. Lágrimas silenciosas corrían por mi rostro, calientes y punzantes. No por él. No por el amor que
ico, disciplinado. Yo era solo una adolescente rebelde entonces, molesta por la vigilancia constante. Pero había alg
nte menor años atrás, un conductor imprudente. Damián me había empujado fuera del camino, recibiendo el golpe en su hombro. Le había restado importancia
siempre observando, siempre protegiendo. Pensé que era amor. Mi padre me había advertido sobre involucrar
eguntado innumerables veces, queriendo devolver
gar donde quedarse, algo de apoyo". Mi corazón se había hinchado. Estaba emocio
l, con ojos grandes e inocentes. Había sentido una inme
construida, tejida lenta y meticulosamente alrededor de mi inocente corazó
oderó de mí. No más. Esto se acaba ahora. La revelación era una verdad dolorosa