Mi Corazón, Su Repuesto
a Gar
pesado en mi mano, p
tomado una
e los medios, se rio a
a mi pequeña polvorilla? -Todavía me veía como
familia De la Torre. -Mis palabras eran tranqui
to de su parte. Luego,
-Su voz estaba teñida de s
s un paso lógico para Medios Garza. Una asociación estratégica. -No mencioné los
Empezaré los preparativos de inmediato. Alejandro de la Torre es un j
una ola de agotamiento me i
n poco. Hablaremos de los detal
olor crudo en el pecho. La habitación del hospital, que antes era un santuario, ahora se sentía como una jaula. Mi c
ustaba mis almohadas, cada uno de sus movimientos preciso y atento. Todavía se anticipaba a mis necesidades, un hábito arraigado durante años. Abría la persiana lo justo para que entrara el sol de la mañana, reco
a la habitación de Adriana al final del pasillo. Era un recordatorio constante y brillante de su v
l alta. Mientras empacaba las pocas pertene
beradamente casual-. Antes de ir a casa, quiero
fruncieron
segura. Especialmente
l y envuelta en una manta, apareció en el umbral
ir del hospital. ¡Damián, no puedes dejarla ir! -Su voz
iferencia endureciendo m
o desafié, mis ojos fijos en los suyos-. ¿O es q
driana, luego de vuelta a mí. La lucha silenciosa era clara.
desprovista de emoción-. Pero insisto en tomar toda
r favor! ¿Y si te pasa algo? No puedo quedarme sola. -Su v
as abandonadas eran notorias por actividades ilícitas. Era imprud
recordé, mi voz baja y fir
jo en su mandíbula. Cuando los abrió, el conflicto había
iana, su voz se suavizó-. Quéda
erior de Adr
, Dam
o firme pero gentil. Se apartó de el
sistido en venir, sus frágiles protestas se convirtieron en una obstinada resolución que de alguna manera siempre
ás lo suficientemente bien para e
nderse de Damián a Adriana, atrayéndolo hacia
de la emoción del peligro. Se trataba de cortar los últimos hilos de una relación tóxica. De dem
e eligiera a mí. Que eligiera mi seguridad, mi bienestar, por encima de ella. Pero la nueva Ximena sabía que n
a. Bodegas abandonadas se alzaban como gigantes esqueléticos contra el cielo a
l vehículo, Ximena -dijo, su voz tensa por l
por quién? Al salir, lo vi hacer una mueca, un pequeño gesto de dolor que rápidamente enmascaró
una pizca de genuina preocupaci
eza, restándol
ien. Sol
a, salió de la parte trasera del coche
, volvamos. Este l
me miró, su mirada escaneaba las sombras. Estaba en ale
cos de maquinaria vieja, el viento silbando a través de las ventanas rotas. De repente, mi pie se enganchó en un tron, atrayéndome hacia él. Se giró, protegiéndome de un trozo afilado de varilla que
cibió la peor parte del impacto. Se tambaleó, per
Su voz era ronca,
lante, su miedo por él eclipsando su propia fr
lo, se había puesto en peligro por mí. Una ola de em
espesa por las lágrimas n
ve sonrisa asom
sguño, Ximena.
ndo de tono-. ¡Míralo! ¡Está sangrando a c
apareció, vibrante y pulsante, apretándose alrededor de Adriana incluso mientras Damián me sostenía. Era un crudo rec
en mi pecho. No. Todo esto era parte de
voz plana, apartá
ravés de la bodega rota, desprendiendo una pesada lámina de metal
bueno. La lámina de metal golpeó su brazo ya herido, un clang sordo resonó en el espacio cavernos
sonido genuino y p
o en su pecho-. Ximena, ¿cómo puedes ser tan imprudente? ¡Mira l
pesadamente contra la pared, sus ojos escaneaban la estructura que se derrumba
n el peligro, en garantizar nuestra seguridad. Mi seguridad. Pero no era mi seguridad lo que realm
apartándose de Damián, sus ojos ardiendo de o
en su frente. Incluso en su estado semiconsciente, su brazo
tos desinteresados, estaba impulsado en última instancia por su perversa devoción a Adriana. No me había salvado por mí. Me había
ciente. Más q
. -No quedaba nada que probar. Nada que demostrar. Su lealt