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Un amor retorcido: El amargo sabor de la traición

Capítulo 5 

Palabras:1112    |    Actualizado en: 26/11/2025

Monten

risa amarga escapando de mis labios-. ¿De v

a, sus ojos fríos

aleria. Claramente eres i

mplemente soy un inconveniente? ¿Simplemente estoy exponien

mbar, que todavía estaba acurrucada en el

El Dr. Thorne en la clínica V

ada, conocida por sus programas de "rehabilitación". Un lugar donde los disiden

pasillo, sus rostros impasibles, sus movimientos rápidos y

chando contra su agarre

te, su rostro una máscara

en, Valeria.

crudo y roto-. ¡No te confiaría ni u

o en el pasillo vacío. Ámbar, con el rostro pálido pero lo

ijo, su voz un ronroneo baj

to que esperaba. Lo último que vi fue su expresión conflictiva, un destello de a

é, peleé, maldije, pero fue inútil. Los enfermeros eran demasiado fuer

ecía más una fortaleza que un santuario de curación. Las puertas se

e y algo más, algo metálico e inquietante. Una enfermera, con el rostro desprovisto de emoción, me ató

n una satisfacción depredadora, una sonrisa cruel jugando en sus labios. En su mano, sos

z goteando veneno-. Parece que finalm

de electrochoques. Iba a in

mi voz ronca-. Puedes intentarlo todo

sonido es

os eso, queri

agonizante recorrió mi cuerpo, mis músculos convulsionando, mi vi

la, casi clínica-, dime, Valeria.

desafío desesperado-. ¡Es i

era insoportable, una agonía abras

, su voz inquebrantable

rostro, mezclándose con el sudor y el

mueca cruel

Pero tenemos todo el día. Y

destrozar mi mente, borrar mis recuerdos, quebrar mi voluntad. Pero resistí. Me aferré a la verdad, al recu

tuta, brilló en mi mente. Tenía que jugar su juego. Tenía que a

ien, Ámbar. Tú ganas. Yo... lo admito. Mi padr

un brillo triunfante en ellos. Se inclinó más

ora, dime, ¿cómo se sintió t

esta derrota, disfrutando de su

Con una patada repentina y explosiva, lancé mi pie hacia adelante, conectando directamente con su pecho. Ja

yo fui más rápida. Usé el impulso, girando en la silla, y me liberé de las

martilleando, la adrenalina corriendo po

erando la compostura, su rostro c

n borrón de movimiento. Agarré a Ámbar, que todavía

ca, una fuerza desesperada en

n. Ámbar, sorprendida

! -gritó, su voz carg

sonrisa escalofriante tocando mis lab

eando la distancia. Estábamos en el tercer p

e una resolución fría y desesperada-. Mi padre.

e hizo añicos con un estruendo ensordecedor, bañándonos en fragmentos. Un ú

ento rugiendo en mis oídos. Cerré los ojos, un solo

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