icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Un amor retorcido: El amargo sabor de la traición

Capítulo 2 

Palabras:1911    |    Actualizado en: 26/11/2025

Monten

fue breve, solo cuatro pal

ás lo había hecho. Era un marcado contraste con las frases cuidadosamente

la infancia. El mocoso que solía jalarme las coletas y sabotear mis proyectos de la feria de

dolor sordo en la cabeza por el golpe contra la barra, un dolor fantasma más profundo en mi vientre

illas fragmentadas. Figuras envueltas en sombras, susurros de traición, el sabor metálico de

illas. La habitación todavía estaba oscura, la luz gris del amane

rme. Las sequé bruscamente, apretando la mandíbula. Mi reflejo en el espejo de la mesita de noche mostraba a una mujer pálida y ojerosa

tor, un lienzo de moretones morados y amarillos, un testamento de su "justicia". Me vestí con cuidado, eligiendo mangas largas y cuellos altos,

del aire de la mañana me mordió la piel al salir. El mundo todavía

rio enclavado entre colinas ondulantes. El Panteón Jardín. El lug

rápido que todo podía desmoronarse. Encontré la suya, una simple losa de granito. María M

s en la base de la piedra. Sus favoritas. Represen

itía decir su nombre en voz alta en meses sin la presencia de Héct

ndo con consumirme. Pero la aparté.

fuerza, endureciéndose-. Conseguiré justicia. Limpia

ndo en ellos. Héctor. Ámbar. Se arrepentirían

bajo que perturbó la tranquilidad del cementerio. No necesité darme la vuelta para saber

ás de mí. Ámbar Soto. Por supuesto. Siempre

a, mis hombros cuadrados. Respiré hondo, pr

desprovista de emoción. No me di la vuelta. No pod

n voz melosa, goteando falsa simpatía-. Don

n puño. Ella era la v

de mis labios antes de que pudiera det

ramátic

grosera. Héctor también está aq

, cortando la neblina de dolor y rabia. ¿Él también

a a unos metros detrás de ella, su rostro una máscara de preocupación cuidadosamente con

, pero cargada de un asco palpable-. ¿Te atre

, su mano extendiénd

r. Ámbar solo quer

de chillonas rosas rojas en su mano. Intentó colocarlas en

manos, estas manos manipuladoras, habían destruido a mi fami

-siseé, mi voz

iendo inoce

ia, yo

de su agarre. Se esparcieron por la tierra húmeda, sus pétalos carme

movió rápidamente, poniéndola detrás de él, su brazo protectoramente alre

éctor, su voz aguda de ira-. ¿Por

ando de mis labios-. ¿Quieres hablar de falta de

ardían en

n ella, contándole todo. Ella te amaba, Héctor. Creía e

ndo en su mejilla. No pudo sostenerme la

de repente firme, perdiendo su filo empalagoso-. Claramen

e en una mueca de desprecio-. ¿Crees que no estoy bien? ¿Tú, la ar

lla, mis ojos nunc

re de mi madre nunca más, Ámbar.

vez. Sus ojos, generalmente tan calculadore

patética y delirante. Lo perd

mirada engreída de su rostro. Pero una idea d

ar -ordené, mi vo

ó, conf

Qu

la autoridad en ella sorprendiéndome incluso a mí misma-.

par en par, un destello de mied

Valeria! ¡Nu

e. Agarré un puñado de su cabello perfectamente pein

ellos. Pero Héctor, por una vez, estaba congelado, atrapad

! -gritó finalment

su espalda, forzándola a arrodillarse. Gritó, un aullido agu

una promesa escalofriante-. Suplica s

pero no era rival para mi fuerza cruda y visc

imió, su voz apenas audible-.

r la furia. Me arrancó la mano del cabello de Ámbar,

rugió, sus ojos llameantes-. ¡Está

a, mi mirada todavía fija en Ámbar, que ahor

mi voz plana, desprovista de re

rente a Ámbar, proteg

ria. Ayuda seria. Está

Me manipulaste, Héctor. Me engañaste. Destruiste a mi familia

ro se e

y para los demás, Valeria. No

a Ámbar, su vo

iento mucho.

e una mirada triunfante por encima de su hombro

gunté a Héctor, mi voz un eco hueco en el silenci

con más fuerza, su mirada fija en mí, una

ndo mis facciones-. Entonces tendré que ase

mi madre, alejándome de las dos personas qu

, su voz una súplica desesperada-. ¡N

mi paso firme, mi propósito claro. ¿Arrepentirme? No

rtas del cementerio. Mientras me acercaba, el chofer, un hombre gran

o de la desolación de sueños rotos y vidas destrozadas. Mi última mirada

me miró po

ra? -preguntó,

rme, mis ojos fijos en el horiz

Obtenga su bonus en la App

Abrir