La diva invaluable que dejó su mundo en ruinas
a entrada del hospital, c
mente al hospital en cuanto se enteró de que su m
n, el hermano menor de Rodrigo Mi
aquí!", soltó Sebastián, con la mirada carga
con una voz más fría que el acero: "Lo que le suceda
otro escándalo?", replicó Sebastián,
ártate de mi camino.", dijo Emilia, su mir
ros, negándose a ced
ró su brazo y, con una fuerza inesp
el gemido de dolor del joven. El muchacho apena
n sin siquiera mirarlo, ignorándol
n, retorcida por la rabia, reso
os por la sorpresa. "¡Vaya, vaya! ¿Desde cuándo la Sra. Mitchell se volvió tan form
indescifrable. Su fría mirada seguía cada uno de sus movimientos.
digas que te interesa...", brom
uvo la mirada fría. Sus delgados dedos go
vida, dejándolo destrozado tras el choque. Aunque el acci
se enfrentaba a una vida a
de asesinos, una chispa fría y despiadada se encendía tras su mirada entrecerrada. No había duda e
sobre Asclepio?",
u expresión se volvió grave. "Rastrear a Asclepio es como perseguir a un fantasma. Desapareció por comp
hacia las piernas inmóviles de su amig
lías era aquel médico arrogante, el
e Elías y su voz fue apenas por
plazada por una aceptación renuente. La vida e
de agarrar el manillar de la sill
ntestó Wilbur, inten
línea, su expresión se transformó: sorpresa, luego
, se giró hacia Elías, con una
os apretados en una línea dura. Pa
ada de falsa derrota. "Podrías a
e los dos", respondió Elí
de Wilbur se amplió, una chis
nó y susurró: "Asclepio.
e. Un golpe de incredulidad golpeó a Elías. Sus manos s
za se había ido, y nadie podría