La Princesa de Mafia
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elante, fijando la mirada en mi próxima víctima. Unos ojos azul zafiro se reflejaron en dos cuencas oscuras y cargadas de
ue encogió la extremidad por instinto-. Eso; si eres un b
el corte que se extendía desde el antebrazo hasta la muñeca. Sin miramientos, posé
ones recorrieron el cuerpo de aquel hombre, que continuaba atado a la silla. Qu
que puedas aguantar mucho más si no vas a un hospital, así que empieza a hablar. -L
nto mucho -dijo con voz rasposa-. Per
ada brotó
gida diversión-. Espero que tengas un buen viaje al
e el rostro en el proceso. El cuerpo se agitó, convulsionando durante unos cinco minutos, hasta que por fin
ené a mis hombres antes de
r a sangre se propagó pronto y me provocó náuseas. Retiré mis gu
s guardias, tendiéndome un pañuelo para que
irmé con asco-. Para que sepan que no tienen
rillos del bolsillo y encendí uno. La nicotina, al viajar por mi sistema, relajó mi cuerpo; frente a mí se formó un
movimiento de cabeza-. Se hizo tal como u
ando caer el cigarro al suelo y aplastándolo con el tacón de mi
habíamos salido de la ciudad y circulábamos por la carretera cua
-indagó mi tía Veronika, y
trabajo demasiado gr
to cuando nos veamos maña
dre no era precisamente una mujer conversadora. Jamás esperaría de ella un «¿Cómo estás? ¿Resultast
raficantes vendía drogas adulteradas a los clientes, lo que provocó cinco muertes. Quizá no parecían muchas, pero sí las sufici
territorio nadie andaría libremente sin pagar las consecuencias. Rusia era de la
é, mirando al chófer por el espejo retrovisor-. Y ya lo sabes
control total de la población. El Boss era verdugo, ejecutor y juez: solo él decidía la vida de todos, sie
la madrugada y el sol ya est
ara abrirme la puerta-. Me informaron que la koroleva ya está desp
ndome varios mechones plateados del rostro
o le recomiendo no hacer mucho
po de entrenamiento ya había varios hombres y mujeres entrenando; algunos me salud
. Me quité las botas para no hacer ruido y avancé con tota
adrugada, esto no terminaría bien. Podía hacerle frente al
ía la mano sobre el pomo, a punto de abrir, cuando sentí una figura detrás d
ka -saludó Vicente Sartori
tenía que t
tuviera merodeando como si fuese un maldito sabueso. Después de mis padres y del underboss, era quien o
echa sobre el pecho-. Casi me matas de u
rmó en los labios provocó que mi cuerpo se estremeciera por la similitu
s de la mañana, tigritsa; ¿a dónde vas tan temp
cupación. Por supuesto que tampoco debía dejarme engañar: en la mafia todos éramos trampo
staba demasiado cansado como
o de agua -dije lo primero que se me pasó
los hijos del Pakhan. Los gemelos y yo habíamos contribuido enormemente a la enorme cantidad de mech
ua con botas de salir y una g
. Una sombra de sonrisa apareció en la comisura de
ó por fin-. Así que sube a cambiarte; lo necesitas.
de mi cuarto, enfadada. Si no lo considerara un padre más en mi vida,
olor crema y unos jeans. No era bueno hacer esperar al Boss, así que recogí mi melena
voyeviki que custodiaban a mi padre abrie
me observaba como si quisiera arrancarme la cabeza. Estaba enojado y solo rezab
n en el ambiente era demasiado densa como para cortarla con un cuchillo-.
rando al almacén con el hombre que ya debía estar en el infierno. En la siguiente e
carlo -asegu