Mi último deseo: Su amor verdadero
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no. No rezó por mi alma, sino por una próxima vida donde él pud
yó mientras moría.
con amnesia. La última vez, forcé sus recuerdos a volver. Funcionó, pero llevó a Valeria al suicidio, y él pasó el resto
abía sido
rado, no corrí al hospital. Entré a la oficina de sus padres, deslicé m
vida -dije-. No se
e concederí
ítu
FÍ
él por hacer añicos su promesa de un para siempre en el momento en que perdió la memoria. Después de diez años de un matrimonio tan frío como una tumba, me diagnosticaron ELA. Durante siete años, él me cuidó con una meticulosidad nacida de la culpa, no del amor. En mi lecho de muerte
ces, de
íaco. El mundo volvió a enfocarse. Estaba en un cuarto de hospital, l
de noche. Un mensaje de Eduard
n un hospital de pueblo a unas
Alex, cinco años después de que desapareciera y se le diera por m
enas podía teclear mi respuesta. Había corrido a ese hospital, mi corazón
ma escalofriante
te: el rostro de Alex, marcado por una mezcla de dolor y alivio mien
to fue un ácido amargo en mi garg
ga. En su lugar, presioné el bot
z firme, sin traicionar la tormenta dentro de mí-. Específicamen
a me miró,
tiene veinticinco años. ¿H
nto -dije, mi sonris
abían hecho realidad una década después en mi vida pasada. Un d
do y Enriqueta de la Vega, la pareja que había sido más como padres para mí que los
a! ¡Es un milagro! -gritó Enri
fía. Haremos que recupere la memoria -agre
adas por el investigador privado que había contratado. Mostraban a Alex, vivo y bien, con el brazo envuelto protectoramente alrededor de una bonita mesera de cabello o
era mi info
ompromiso -anunc
as se desv
duardo era aguda-. Esto es solo un contratie
las fotos hacia ellos-. Él tiene una nueva v
iqueta se llena
dos... desde q
ez, quizás quince años buenos. Después de eso... -dejé la frase en el aire, un espectro de s
e pequeño pueblo, cegada por el amor y la posesión. Había encontrado a Alex viviendo en un diminuto departamento sobre un garaje con
a, nuestro hogar, sería la clave. Cuando no lo fue, organicé la forma más agresiva de terapia de recuperación
emoto, Valer
un imperio empresarial y tenía una prometida a la que
fue su penitencia. Su cuidado hacia mí en
ágrimas que amenazaban con caer. No cometerí
Sofía -suplicó Eduardo, su compost
Pero no como su prometida. No como su futura e
ta vez, no conduje las horas de camino en un
ovimientos cansados. Cuando me vio, un destello de pánico cruzó su rostro. Sabía quién era yo. En mi primera vida, había
ntó, su barbilla leva
on el que había soñado durante cinco años, se posaron en mí. No hubo reconocimiento. Solo una frí
ación final. Mi corazón, ya roto, se
rprendentemente uniforme-
tro pa
é de qué es
. No estoy aquí para causar problemas. De hec
amente, atónit
aben de ti, Valeria. Han aceptado su relación. Quieren cono
de mis labios, su
e par en par, una mezcla de incre
. de v
engo mi propia vida que vivir. Alex tiene la suya. Solo estoy aquí como su
leria, cuyo comportamiento entero había cambiado. La hostilidad defens
odemos irnos! ¡Juntos! -le
e su hombro, un atisbo
que sea que haya pasad
ecuperó la memoria y todo el peso de su crueldad se asentó sobre él. En ese entonce
solía prometerle la
mi voz un susurro-. Tú tienes u
nía que sería nuestro hogar. Mientras subíamos por el largo y sinuoso camino de entrada, miré a Ale
es, al mundo, me presen
ar vidrios-. Alex siempre prometió que le encontraría un bue
or sorpresa, s
na. Espero que
no era su amor, su prometida, su destino. Era un accesorio. Una nota a