Mi boda, no contigo
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La caída me dejó con una discapacidad visual permanente, un recordatorio constant
a, Ana Pau, se quejó de que hacía demasiado frío. Lo escuché llamar a mi sacrificio "puras curs
al lado de Ana Pau por un "ataque de pánico" convenientemente pro
regalo, sino como un contrato
n Cancún, dejé que escuchara el viento de la mon
a punto de com
no es
ítu
ista de Bá
a tierra que significaba todo para nosotros, a Cancún, porque su
s me golpearon como una bofetada. El aire se me escapó de los pulmones, y los planos arquitectónicos meticulosamente detal
una cuerda deshilachada después de que una maniobra de escalada saliera terriblemente mal. Era el lugar donde, en el desesperado y frenético esfuerzo por salvarlo, una caída me había dejado con una
ambiando por Can
la, la viva imagen de la arrogancia casual. Su amigo y colega, Checo Garza, un clon d
un murmullo bajo que apenas pude dis
e con la mano, su atención fi
iré. Lo
más gruesa que nuestro último informe trimestral. Lleva un a
eñida de una impaciencia que se sentía como mil pequeños cortes-. Todas esas cursile
n una sonrisa burlona en los labios-. Esc
cambiando, suavizándose con una preocupación que nu
illas en el aire-. ¿La misma asma que no le
dife
reflexionó Checo-. Entonces, ¿realm
vista de su teléfono, con la mandíbula tensa-. Lo estoy cambiando por
n. Bárbara, la confiable, la comprensiva, la que daba y nunca pedía. La que le salvó la vida
tosatisfacción volviendo a su rostro-. Será feliz donde se
mi sacrificio como un regalo, sino como un contrato
de Kael se iluminó mientras contesta
Ana Pau llenó la habitación, goteando u
us ojos abiertos co
ronroneo bajo e íntimo que no le había escuch
mejor! ¡Podría besarte! -chilló ella-.
la sangre
mó Kael-. Lo mandé
ostumbrando horrible -dijo ella efusivamen
o harás -
tó un sil
¿Con quién te vas a casar, K
ido desprovisto de
ular. Va a ser la estrella del s
había encontrado en una boutique pequeña y elegante, un sencillo corte en A de seda marfil que costó una
on una sola palabra,
spiro de exasperación, como si el cargo de sesenta mil pesos fuera un inconveniente monumental. Est
s para Ana Pau. S
a era simple
anta de lobby, toda la arquitectura de cinco años de mi vida c
lágrimas calientes y silenciosas que finalmente comenzaron a caer. No solo estaba teniendo una aventura emocional. Es
s cimientos, ent