Los deseos implacables de mi magnate manipulador
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aba al borde de la cama, mareada y desorientada. Apr
ue encarcelado por cargos de asesinato, y el shock habí
o en el pasado, difundieron rumores maliciosos y se fugaron con los fondos de la empresa, todo para su propio beneficio. Como consecuencia,
se vio cargada con una deuda de 380 mill
ación del Grupo Dixon parecía depender de asegurar un lucrativo acuerdo para el proyecto del complejo turístico Montaña del Cisne. Sin embargo,
la ayuda de su distanci
ll, y la familia Hudson había mantenido s
Como agradecimiento, el abuelo de él, Damián Hudson, orquestó
elebrado una boda ni consumado la unión. Poco después de casarse, Ca
erente del proyecto, Irene se puso en contacto con Cade, quien, s
proporcionó y se dirigió a la habitación designada. Mientras caminaba, un extraño calor com
ncia, un hombre se le acercó. Este arqueó una ceja y mur
hacia el tacto del hombre, agarr
diato y espetó: "¿Estás llamando a otro h
dos. Sin embargo, cuando vio que él se disponía a marcharse, impul
nvoluntariamente seductora le despertaron una sensación de familiaridad. Contempló a la extraña mujer que, de algún modo, había encontrado la forma de entrar
entas de esto más tarde". Dicho esto, la abrazó, le pellizcó sua
amaderado de su colonia llenó el aire y ella apretó con m
de catalizador, provocando en é
ahora desaliñado. Luego, se quit
u miembro unos centímet
ene mientras las lágrimas comen
del rostro de Irene, ella le agarró las manos, con la voz
mente en los labios antes de levantarle l
infinitamente en la habita
apaban la almohada bajo ella. Abrumada por una confusa mezc
e aferró al hombre, y sus grit
te. Cuando la giró para mirarla de frente, descubrió que se había desmayado. Él chasqueó la lengua
mo y pasión anteriores. El hombre
alestar, Irene se levantó de la cama, sus pies tocaron el suelo frío, y se apoyó en la mesa para sostenerse mientras se dirigía hacia la puerta del baño.
ducha. ¿Por qué la llamaba ahora? Inquieta, contestó. "Cade, ya c
z. "¿En qué momento dije que te ayudaría? Solo te dije qu
no con más fuerza. "¿Y
no", respondió él
e endureció. "¿Vas a
o acostarme contigo?". La risa de Cade tenía un tono mordaz. "Ah, y se me
oz tembló. "¿Qué quieres decir? Esto no e
blo muy en serio. No fui yo q
orosa. Se agachó para recogerlo, pero antes de que
acababa de salir del baño. Tenía el torso d
o. Había fingido el deseo de intimar con ella, pero e