Mi Corona, Su Fin: Un Corazón Vengativo
arriesgaría a nuestro hijo nonato para salvarlo. El shock de su traición me costó a nuestro bebé.
ra su "soldadita leal" y que ún
e que hablaba de su propia muerte, a manos
ítu
nsaje de texto. No era una confesión n
metal. Su hermoso rostro estaba amoratado, un hilo carmesí de sangre se deslizaba por la comisura de
tado los últimos ocho meses; este era el sabor metálico del miedo. Un dolor agudo me atravesó el bajo vientre, una protesta violenta de mi cuerpo
oz una cuchilla de hielo que no delataba el terror que me atenazab
rimía la curva desconocida de mi embarazo, un recordatorio constante y pesado de lo que estaba en juego. Mi
berías quedarte fu
o el cargador de mi Beretta
do volumen. Cada bache me provocaba una sacudida, y apoyé una mano en mi vientre, susurrando disculpas silenciosas
frenético que igualaba los latidos de mi corazón. Mi equipo se desplegó, asegurando el perímetro con una eficiencia silenciosa y letal.
os de la puerta, lista par
sa
nta, pero inconfundible. La risa ligera y musical de una mu
l sonido era obsceno en una si
rzándome por oír por encima del golpeteo desimulacro táctico a gran escala? ¿Solo para ver si vendría? -La
oz casual, confiada, completamente desprovista del terror de la foto-. La
soltó un
u condición? El riesgo par
eó como una bofetad
pistola en mis manos de repente
. Adriana es una profesional. Sabe cómo manejar el riesgo. Además, esta pequeña prueba es necesaria. Serrano neces
nuestra brillante nueva analista, a la que Emiliano había estado asesorando tan de
unción. Un teatro cruel y macabro
e fuego por una apuesta... eso es de sangre fría, Emili
hacía sentir como la única mujer en el mundo-. Ella lo es todo. El pilar de mi vida, la madre de mi hijo. Nunca permitiría que
Tan maldita y arr
obre si arriesgaría mi vida, y la de nuestro hijo,
sionó en ese único y desgarrador momento. El cimiento de nuestra vida juntos: una mentira. Nue
el vientre, un doloroso recordatorio de la vida que llevaba. La vida que él había apostado tan descuidadamente.o, la estratega que él había ayudado a perfeccionar, tomó el contro
úmero que no había contactado en una década. Un núme
os. Quiero el con
on de vigilancia posicionado sobre la bodega. Mostraba a Emiliano, Gisela y Serrano de pie alrededor de una m
s risas co
, Prieto! Si no atraviesa esa
. Ella no llegaría tarde. Se arrastraría
débilmente a través de la puert
para destruir su incipiente empresa. Me había empujado por una ventana del tercer piso para ponerme a salvo justo antes de que el techo se derrumbara, ganándose esa del
había sido su escudo, su estratega, su socia. Le
aridad escalofriante, c
ó una voz d
r expi
ue
aca
ch
mas con el dorso d
regresiva
unfante comenzaba a elevarse desde a
esorbitados por la sorpresa. La sonrisa de Emiliano se congeló, su copa de ch
fijó en Gisela Dorantes, la bri
is pasos medidos y silenciosos. Mi equipo se despl
de Gisela, mi voz pel
señorita
, desco
Qu
suponía que era nuestros ojos y oídos para este... simulacro. Sin embargo, no detectó a un equipo táctico de seis hombres, comple
divertida se había desvanecido, reemplaza
ertidamente se ha convertido en una prueba de nuestra competencia. Y nuestra analista pri