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El sacrificio de seis años de la esposa invisible

El sacrificio de seis años de la esposa invisible

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1345    |    Actualizado en: 30/09/2025

y la madrastra de su hijo. Asumí ese papel para saldar una deuda. Le entregué mi al

ló nuestro retrato familiar y gritó que quería que me

nico vínculo con mi antigua vida. La única reacción de

silencioso, ese único acto de cruel

es del divorcio, mi esposo

do esto a la bas

rectamente

milia para mí de lo q

ítu

ista de So

nuestra familia finalmente se hizo añicos. Y todo c

s años entregando mi alma a un hogar que nunca sentí como mío, para una familia que nunca me vio de verdad. Se suponía que hoy era un día importante. El r

ido a no albergar. Héctor estaba en el sofá, absorto en su tablet, y Jacobo construía una torre de b

, demasiado ansiosa. Apoyé el gran retrato contr

do suavemente en el respaldo de su silla. Jacobo estaba sentado en el regazo de su padre, co

de su padre, se posaron en el retrato. Su pequeño rostro, usualmente u

declaró, su vo

en mi pecho se quebr

ariño? Todos no

a el retrato y apuntó c

uiero a

es. Seis años de desayunos pacientes que se negaba a comer, de cuentos para dormir que ignoraba, de pr

temblando ligeramente-.

do de tono-. ¡Tú no eres mi mamá! ¡Quie

con su difunta esposa, Ginebra. La mujer que Jacobo adoraba porque se parecía a la madre qu

ualquier cosa. Finalmente dejó su tablet, su mirada indescifrable. Vio el

era autoridad. Era la voz que usaba para inconvenientes me

Jacobo, su cara enro

eis años me arrolló como un maremoto. Seis años de intentar, de esperar, de fingir

tan, ta

ras sabiendo a ceniza en mi b

acobo desvaneciéndose detrás de mí. Fui al solárium, mi santuario, y saqu

ua tutora legal. La mujer que, con las mejore

? -su voz era nítida y p

cuenta de que se estaban formand

udo en la garganta-, lo voy a

ndo volvió a hablar, su voz estaba cargada de una

ensé que sería un hogar estable para J

él para pagarte por haberme acogido. Para darle a Jacobo el hogar que querías

había terminado. Mi obl

estaba en el umbral, su pequeño rostro contraído por la rabia. Me había arro

de un veneno aterrador en un niño de seis años-. ¡Hic

el dolor punzante. Se

Pronto tendrás a

ueno! -

a una resolución inquebrantable. Caminaba hacia las escaleras cuando

a mí. No preguntó si estaba bien. Ni siquiera miró el pesado

acobo, corriendo hacia su

e Héctor se clav

tan dramática. ¿Por qué no puedes ser más

cobo en brazos, consolándolo con suaves murmullos. Yo m

último vistazo al retrato en el suelo. Mi rostro en la foto me devolv

onó el timbre. Un momento después, la voz de Elen

astel de tres leches con coco favo

niendo una caja de pastel impecable. Levantó la vista y nuestras miradas s

abitación. El suave clic resonó como el final

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