El sacrificio de seis años de la esposa invisible
ista de So
nfonía de la familia feliz de la que nunca fui parte. Los gritos emocionados de J
laba con dulzura a Jacobo, su
Elena te sirva un pedazo gran
ía estudiado meticulosamente repostería francesa, perfeccionando cada postre, desde macarrones hasta suflés, trata
ple acuerdo se sintió como una herida fresca-. Sofía lo
ficando cada ingrediente, esterilizando mi cocina para prevenir cualquier contaminación. Me había quedado despierta toda la noche con él cuando tenía fiebre, poniéndole un paño frío en la
mpró un pastel en una tienda, simplemente porque se parecía a la esp
a traído a esta casa hacía seis años. El resto -la ropa de diseñador, las joyas que Héctor compr
más cerca esta vez, mientra
que probar un bocado. Has
iré hacia abajo. Elena estaba de pie junto a Héctor, que ahora estaba sentado a la cabeza
ra que nunca había compartido ni un vaso de agua conmigo, se inclinó hac
cuchara. Siempre insistía en utensilios separados, platos separados, una distancia estéril entre nosotros. Una vez le quit
te su naturaleza. Su duelo. Sus manías. Me
imo de ella sin pensarlo dos veces, vi la verda
a tan intenso que sentí como si me estuvieran arrancando físicamente el cor
aba nada que salvar, n
li
-la voz de Elena subió por las escalera
í. No era
. Probablemente está de mal humor. Necesita aprender qu
una señora mala y gruñona. Si no bajas, ¡
seis años finalmente estalló. No fue fuerte ni explosiva
movimientos tranquilos y deliberado
Elena volvió a f
n a probar un pedazo. Quizás p
urmuró Héctor, lo suficientemente alto p
ruido metálico abajo, seguido
pastel. Es una pieza de edición limitada, Héctor. Fue
de Héctor ra
úlpate con Elena. Y luego saldr
¿Una disculpa? ¿Por qué? ¿Por exist
hacia mi tocador, tomé el joyero que Héctor me había regal
arlo un segundo, abrí la caja y la volqué. Diamantes, perlas y zafiros ll
do de Héctor reso
É DEMONIOS ES
a, tomé mi maleta y salí de la habitación, deja