Su Vida Secreta, Mi Confianza Rota
la voz de otra mujer en el reloj de mi esposo
nuestro hijo nonato, todo para robarme m
olo desató a un monstruo empeñado en
ítu
dra So
pelea ni una mentira, sino la voz de una mujer en
lida y familiar. El aroma de su loción, sándalo y bergamota, llenaba el espacio entre nosotros. Volaba a una conferencia de tecnología en M
posó suavemente sobre mi vientre aún plano. Una sonrisa genuina, del tipo que me había
os", dije, apoyándome en su abr
eso, largo y profundo, antes
rrea plateada que le había regalado por nuestro aniversario, se le
a puerta. "¿Puedes recogerlo por m
levantarlo, la pantalla se iluminó con una notificación. Era unailencioso vestíbulo. "No olvides nuestro arreg
se me heló en las venas. Eddie. Nadie lo llama
cio de nuestra casa. No podía ser. Carla era mi rival profesional, una ejecutiva despiadada de una empresa de la competencia. Pero también era
lo? ¿Qué arreglo? Mis pensamientos eran un enredo de incr
que sa
vesó la niebla del shock. No iba a quedarme sentada aquí duran
amada. No le envié un mensaje. Simplemente salí de nuestra casa, me subí a mi auto inteligente -uno de los prototi
un juicio. Cada sacudida por la turbulencia se sentía como si mi mundo se saliera de su ej
stado de ánimo. Tomé un taxi hasta el hotel donde se celebraba la conferencia, con el corazón martilleá
ferencias, sino en el bar del hot
mujer, con las uñas pintadas de un rojo intenso y depredador, descansaba sobre su brazo. Era Carla. Su liso
a menos platónico. Era hambriento, familiar, posesivo. Mi esposo, el hombre que había puesto una man
total. El vaso que sostenía se me resbaló de los dedos entumecidos y se estrelló contra e
n destello de triunfo, rápidamente disimulado, bailó en sus profundidades. Recordé el día en que asistió a nuestra boda, su sonrisa tan brillante como su vestido,
. Salieron torpemente del reservado, sus movimientos torpes por la culpa
eraba. Una oleada de náuseas y mareos me invadió, mi visión se volvió borrosa
da por la lluvia. Mi mente era una tormenta caótica de negación.
n mientras marcaba su número. Sonó un
ien?". Su voz sonaba
?", pregunté, mi propi
abo de salir de una sesión la
s de él, pude oírlo: el débil y distintivo tintineo del Metrorrey pasa
labra sabiendo a bilis. Colgué
el pecho, haciendo imposible respirar. Empecé a caminar, sin destino, solo necesitaba moverme, escapar de l
ente completamente des
s neumáticos fue
impacto horrible, y l
punzante. Flotaba en un mar de blanco. Techo blanco, sába
"Ya despertó. Tuvo un accidente grave. Un ciberataque dirigido a los sistemas de n
sentía vacía. Un vacío profundo y
ómago. Se sentía dife
a garganta en carne viva
a, su expresión se suavizó en una de profunda tris
estado lleno de esperanza y vida apenas unas horas antes. Las palabras del doctor fuer
voz suave pero firme, "no pudimos salvar el
n sonido. El mundo se disolvió en un torbellino de dolor si
preocupación y devastación. Corrió a mi lado, tomando mi mano
marca al rojo vivo. Retrocedí
mi voz plana, muer
teléfono estaba en silencio. Vine corriendo en cuanto me en
sita de noche, vibró. Miré la pantalla
e sentía como una jaula, alcancé su teléfono. Mis dedos se movieron con vida propia, mi cerebro de CE
staba al principio. No era larga, pero fue sufi
echo? ¿Funcio
Sí. El be
erda el plan. Asegura el código fuente de 'Prometeo' y transferimos l
ario código fuente de I
queño
Un nombre. Tenían un
onmigo para destruirme. El accidente de auto no fue un
a ejec
momentos antes se solidificó en algo más.
en mi cabello. Lo dejé. Me apoyé en su abrazo, mi
ía roto. Creyó q
de lo que acab
scuridad, un único pensam
gan
os por la manta del hospital. Marqué un número que había jurado no volver a llamar.
al primer
voz estaba teñid
dolor que ahora se transformaba en pura e inal