El esposo que envenenó nuestro amor
Elisa
e si
luvia, las luces de la ciudad borrosas a través de mis lágrimas no derramadas, y esperé. Una parte de mí, una parte
ráfico y la lluvia. Se quedó
a ajeno, contaminado. Cada superficie parecía guardar un recuerdo de su tacto, un fantas
olección de primeras ediciones que había "
o. Sostenía una caja de terciopelo. "Sé que te fallé. Estaba equivo
pieza de esmeralda invaluable y única que había estado en mi familia durante más de un siglo. Había sido de mi madre. Se supon
e mí. Era la última pieza tangible de mi madre que tenía. "¿Dónde l
. Quería dártelo después de que naciera nuestro próximo hijo. Una nueva reliquia familiar para una nueva generación de Ca
a verdad. Conocía mis debilidades. Sabía que es
brieron de par en par. Cynthia entró contoneándose, vistiendo u
vi en tu tocador y no pude evitar probármelo. Es exquisito". Me sonrió dulcemente. "Bruno me lo contó todo. Una nueva reliqui
é sobre ella, mis manos extendidas, mi único pensamiento era ar
rponiéndose entre nosotras. Me agar
persa, un movimiento intencional y torpe, y cayó con fuerza. La caja de terciopelo salió volando de la mano de Bruno, y el medallón de repuesto q
rujido re
lla, la magnífica esmeralda estaba destrozada, el engaste de oro retorc
io de pérdida y furia. Volé hacia ella, mis uñas busc
tropecé y golpeé el borde de una estantería. Un dolor explotó en mi hombro.
stá bien?", murmuró, su vo
os palpando suavemente su estómago, su rostro una máscara de terror. El mismo terror
ndo la joya arruinada en e
señaló con el dedo, su voz baja y peligrosa. "Has estado inestable e irracional desde tu... episodio. He sido paciente, pero este ataque e
lioteca, dejándome sola con los restos destrozados
por mi duelo, por reaccionar, por no aceptar en silencio
a puerta de mi habitación. Era una prisionera en mi propia casa. Cuando m
il", dijo, su tono d
un monstruo
r dañar a Cynthia. No lo permitiré". Hizo un gesto hacia los guardias de af
iliar y manipulador, "recuerdo que de niña le tenías miedo a la oscuridad. Tus padres me dijeron que tenían que
aria que tenía, derivada de un incidente de la infancia en el qu
de sus labios. "Buenas noches,
girando en la cerradura. Y luego, el interruptor principal se apagó
. El terror primario e infantil que pensé que había conquistado se abrió paso por mi gargant
entendí que Bruno Ferrer no se contentaba con dejarme sufrir
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