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El esposo que envenenó nuestro amor

Capítulo 4 

Palabras:1213    |    Actualizado en: 30/09/2025

Elisa

e si

luvia, las luces de la ciudad borrosas a través de mis lágrimas no derramadas, y esperé. Una parte de mí, una parte

ráfico y la lluvia. Se quedó

a ajeno, contaminado. Cada superficie parecía guardar un recuerdo de su tacto, un fantas

olección de primeras ediciones que había "

o. Sostenía una caja de terciopelo. "Sé que te fallé. Estaba equivo

pieza de esmeralda invaluable y única que había estado en mi familia durante más de un siglo. Había sido de mi madre. Se supon

e mí. Era la última pieza tangible de mi madre que tenía. "¿Dónde l

. Quería dártelo después de que naciera nuestro próximo hijo. Una nueva reliquia familiar para una nueva generación de Ca

a verdad. Conocía mis debilidades. Sabía que es

brieron de par en par. Cynthia entró contoneándose, vistiendo u

vi en tu tocador y no pude evitar probármelo. Es exquisito". Me sonrió dulcemente. "Bruno me lo contó todo. Una nueva reliqui

é sobre ella, mis manos extendidas, mi único pensamiento era ar

rponiéndose entre nosotras. Me agar

persa, un movimiento intencional y torpe, y cayó con fuerza. La caja de terciopelo salió volando de la mano de Bruno, y el medallón de repuesto q

rujido re

lla, la magnífica esmeralda estaba destrozada, el engaste de oro retorc

io de pérdida y furia. Volé hacia ella, mis uñas busc

tropecé y golpeé el borde de una estantería. Un dolor explotó en mi hombro.

stá bien?", murmuró, su vo

os palpando suavemente su estómago, su rostro una máscara de terror. El mismo terror

ndo la joya arruinada en e

señaló con el dedo, su voz baja y peligrosa. "Has estado inestable e irracional desde tu... episodio. He sido paciente, pero este ataque e

lioteca, dejándome sola con los restos destrozados

por mi duelo, por reaccionar, por no aceptar en silencio

a puerta de mi habitación. Era una prisionera en mi propia casa. Cuando m

il", dijo, su tono d

un monstruo

r dañar a Cynthia. No lo permitiré". Hizo un gesto hacia los guardias de af

iliar y manipulador, "recuerdo que de niña le tenías miedo a la oscuridad. Tus padres me dijeron que tenían que

aria que tenía, derivada de un incidente de la infancia en el qu

de sus labios. "Buenas noches,

girando en la cerradura. Y luego, el interruptor principal se apagó

. El terror primario e infantil que pensé que había conquistado se abrió paso por mi gargant

entendí que Bruno Ferrer no se contentaba con dejarme sufrir

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