El esposo que envenenó nuestro amor
Bruno
pesa
thia al otro. El suelo se desmoronaba y solo podía salvar a una. Cada vez, extendía la mano hacia Elisa, mis dedos rozando los suyos, solo para que se me esca
io. Lo primero que vi fue a Elisa. Estaba sentada en una silla junto a mi cama, su rostro pálido y demacrado
doloroso, me invadió. "Estás bien", s
lla se apartó como si
u tono plano, desprovisto de cualquier emoción. "Y varias c
icultando la respiración. "Elisa, yo... entré en pánic
ntable. "Y en tu pánico, tomaste una decisión. Siempre
ue los tanques de oxígeno. "No. Absolu
na negoc
r en mis costillas era cegador. "Haré lo que sea. Me desharé de ella. En
- cruzó su rostro. "¿Quieres que te per
rada y patética, surg
ual que los míos. Haz que suceda, Bruno. Haz que pierda el beb
ro lo que más me impactó fue que viniera de ella. Mi gentil y comp
ente? ¿El quinto? ¿El décimo? ¿No eran lo suficientemente inocentes para
l rostro. Ella lo sabí
mo.
una y otra vez. Elegiste protegerla de una caída menor mientras yo me desangraba. Elegiste protegerla de un carrito desbocado mientras yo re
puerta, su espal
", grité, mi v
r'", dijo, sin volverse. "Quier
a, dejándome solo con los e
cada. Pero mi amor por Elisa... eso también era real. Era la única cosa pura e innegable en mi vida. Era una obsesión, una posesión, el núcleo
mi propio suero y salí tambaleándome de m
do. Elisa estaba de pie junto a la cama, una sonrisa serena, casi agradable, en
tá por nosotros. Entiende que algunas mujeres son simplemente... estériles. No es su culpa ser def
o, su voz suave como la seda. "Estoy enc
a de la mesita de noche de Cynthia. Con un movimiento de muñeca, vació toda
sonido agudo de sor
haciendo?", rugí, cor
"Solo ayudándola a refrescarse. Las hormonas
la para secar a una Cynthia furiosa y farfullante. "¿E
con calma. "Has tenido cin
dramáticos. "¡Está tratando de lastimar al bebé,
mi rostro una nube de
ofunda. Era una mirada que decía que había fallado una última y crucia
thia estaba llorando, agarrándose el estómago, y el instinto primario y protector -el que había
vo. Y con cada palabra, podía sentir el hilo invisible que me conectaba con
-