Siete años de engaño, ahora una reina
io de mi esposo. En nuestro aniversario, descubrí que nuestro matrimonio
mí y a mi hijo nonato, dándome por muerta y
padre era un solitario multimillonario de la tecnología que
ítu
Sofía
tía fuera de lugar en mi buzón atiborrado. Casi la tiro, pensando que era otra de las muchas c
en ella. Sofía Herre
aldés, había fallecido y me había nombrado única heredera de su patrimonio. Solicitaban mi presencia para la lectura de
rror. Una broma mu
firma. Esta era del Registro Civil. Era una sola página, devastadora. Una respuesta a una consu
spuesta a su solicitud, le informamos que nuestros registros no muestran ningu
tó la res
mecieron, el papel t
n reg
del imperio multimillonario de GarzaTech. Él era el rostro carismático, el visionario apuesto en las portadas de
para protegerlo, para evitar que su empresa, que apenas despegaba, se hundiera antes de tener la oportu
y estéril oficina de gobierno, el aire denso con el olor a café barato y desesperación. Me deslizó una simple argolla de plata en el dedo-. Una ceremonia discre
o, mi código fue la base de todo en lo que se convirtió GarzaTech. Yo era s
o. El símbolo de una promesa que, se
de la cocina. Una alerta de noticias. Miré hacia aba
apareció en la pantall
ente
n invitado. Sostenía una caja de terciopelo y, dentro, un diamante tan grande que parecía obsceno. Y
apadrinado personalmente, la que siempre me m
acturado: «El magnate tecnológico Alejandro Garza le propone mat
oda la vi
rré al borde de la encimera, mis nudillos blancos. Apareció otra alerta. Un sitio de chismes de celebridades. T
r mi garganta. No era solo el shock. Era el secreto que había guardado celosamente durante las últimas
embar
truido alrededor de este hombre, acababa de s
. todo se arremolinaba en un torbellino de traición tan profundo que me robó el aire que necesitaba para gritar. No solo me había engañado. Había con
o de aniversario que le había preparado sobre la encimera: un reloj hecho a medida, c
ababa de convertir