Su mentira amnésica: Mi vida robada
vista d
do en protesta. Un tiempo después, logré arrastrarme de
profundo ceño fruncido. Levantó la vista cuando ent
, su voz afilada como un cristal rot
staba negra. La batería se hab
hasta los huesos. -No pude entrar -dije, mi voz ronca y temblorosa-. Los
endureció. -Y Carina... Damián, ella no es quien crees
nido me hizo estremecer-. ¡Estoy harto de que inventes cosas, Atenea! Carina es una mujer dulc
cerniéndose sobre mí. -Es
mo un puñetazo. Decepcionado
rompiendo. Sentí como si hubiera metido la mano en mi pecho y arrancado mi corazó
a ella? ¿Por encima de mí? -pregunté, mi voz que
un destello de algo -¿culpa?- en sus ojos antes de que se exti
en la carne magullada. Me arrastró, tropez
a gran ducha de crist
fría me robó el aliento. Jadeé, farfullando, mientr
pero él me agarró las muñecas, sujetándolas con una fuerza
. Damián me soltó, y me derrumbé en el suelo de azu
i codo se había reabierto, la sangre arrastrada por el agua. Est
eniéndome contra su pecho. Su voz era un suave murmullo contra mi cabello. -Sh
có el botiquín de primeros auxilios y comenzó a aplicar an
ico. Un minuto era un monstruo, al siguiente, u
lo miraban fijamente, un destello d
mplemente me había enamorado de un fantasma, un p
azón destrozado. Una noche, tarde, mi celular vibró con una alerta de noticias. Era una foto de Damián y Carina en
entí nada. La parte de mí que habría sent
a puerta principal se a
gando de su boca perfectamente pintada. -¿Todavía aquí? -preguntó, soplando un
a manera practicada, casi aburrida, en que inh
umas? -pregunté
a mí. Me agarró del brazo sano y presionó la punta incan
ne quemada llenaba el aire. Inmediatamente le agarré la muñec
Qué le está
mbó desde la entrada.
sollozando histéricamente. -Damián, ella... ¡ella
de su hombro, sus ojos llenos de una ira helada que me aterrorizó. -Su
cionar, me agarraron de l
susta fácilmente. Necesitas que te enseñen una lección. -Miró a sus hombres-
r mis mejillas. Él lo sabía. Sabía que mi mano derecha era mi vida, y la estaba
o humeante de mi mano. El otro suj
más a mi piel. Apreté los ojos y me mordí el labio inferior con tanta fuerza
ble. Un sollozo silencioso y des
ando. Toda su atención estaba en Carina, murmurando palabras d
concedió una
detrás de mis ojos, y luego, afo