Su mentira amnésica: Mi vida robada
vista d
ndo de más antes de bloquear la pantalla. Me sequé los restos de lágrima
or hora mientras mi cuerpo se sentía como si estuviera encerrado en plomo. Tenía que parecer no
por la luz del pasillo. Vestía impecablemente un traje a medida, su cabello oscuro perfe
Te sientes bien? Tengo la gala de la nueva iniciativa benéfi
de la mejilla, con fuerza, el dolor agudo me ancl
rmuré contra la almohada, mi vo
orde de la cama. Su mano se posó en mi cabello, su tacto u
bra se sintió como una traición a
lería de arte en Polanco. La entrada estaba flanqueada por fotógrafos
estaba Carina. Llevaba un despampanante vestido escarlata que se ceñía
e puso completamente rígido mient
Carina, deslizándose por lo
hacia mí, su sonrisa no llegaba del todo a sus ojos-. Atenea, ella es Car
o de mi autocontro
r conocerte finalmente, Atenea. Damián me ha hablado mucho de ti. -Le pasó el brazo por el de él-. Sabes,
ba guiando suavemente hacia una puerta lateral
entro, la puerta se cerró con un clic detrás de mí. Un vestido, un complicado asunto de sedas y lentejuelas, est
na sonrisa burlona en sus labios. Cerró la p
a un susurro venenoso-. No eres bienvenida
oz sorprendentemente firme. Las palabras sa
ticulosas notas y borradores iniciales, solo para que me dijeran que no había pruebas definitivas
mí, sus tacones haciendo un clic ominoso en el suelo de mármol
o el cierre. Me tensé, una sensación primal
ía agarrado la muñeca derecha, sus dedos clavándose en la carne ci
ó de mis labios. -¡Para
e mi muñeca. El dolor era cegador, una agonía al rojo
el vestidor
confusión que rápidamente se transformó en
jos en mi mano agar
de dolor. -Damián -gimió, acunando su propia mano-. Ella... ella me atacó. Sol
eció. Me miró, sus ojos fríos
propia muñeca palpitante-. ¡Está mi
no mataría ni a una mosca. La conozco desde hace años. Es la persona
lación era tan descarada, tan a
un destello de triunfo en sus ojos-. Pero el collar de perlas vintage de mi madre... era un regalo. Me lo quité antes d
tante al mirarla. -Por supuesto, cariño.
í, helada y autorita
r palabra y salí a las luces cegadoras de la galería. El collar estaba exhib
e dolor, tembló. El collar se me escurrió entre los dedos. Cayó al suelo pulido co
¡El collar de mi madre! Atenea
iento
n, su labio inferior temblando-. Damián, creo... cr
ado el fuego. -Esta es una noche importante para la empresa, Atenea. Carina es
eltas. Este era el hombre que había
to a propósito -susur
rdenó-. D
s protestando contra el suelo duro. Mis dedos, torpes por el dolor
blemente de una copa de champán rota, se había incrustado en la yema de m
os. Él estaba mirando mi mano, su expresión ind
aneció en
gando la nariz con asco-. Sabes qué, déjalas. Dam
lvió hacia mí, su tono volviendo a ser gélido-. Y tú te quedarás aquí y limpia
tiendo -grazné, mi voz apenas un susurro. La luz
u brazo todavía alrededor de los hombros de Carina, y se
me ahogaba. El dolor en mi muñeca, mi mano, mis rodillas... n
na jaula. Y finalmente