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Su mentira amnésica: Mi vida robada

Capítulo 2 

Palabras:1528    |    Actualizado en: 30/09/2025

vista d

ndo de más antes de bloquear la pantalla. Me sequé los restos de lágrima

or hora mientras mi cuerpo se sentía como si estuviera encerrado en plomo. Tenía que parecer no

por la luz del pasillo. Vestía impecablemente un traje a medida, su cabello oscuro perfe

Te sientes bien? Tengo la gala de la nueva iniciativa benéfi

de la mejilla, con fuerza, el dolor agudo me ancl

rmuré contra la almohada, mi vo

orde de la cama. Su mano se posó en mi cabello, su tacto u

bra se sintió como una traición a

lería de arte en Polanco. La entrada estaba flanqueada por fotógrafos

estaba Carina. Llevaba un despampanante vestido escarlata que se ceñía

e puso completamente rígido mient

Carina, deslizándose por lo

hacia mí, su sonrisa no llegaba del todo a sus ojos-. Atenea, ella es Car

o de mi autocontro

r conocerte finalmente, Atenea. Damián me ha hablado mucho de ti. -Le pasó el brazo por el de él-. Sabes,

ba guiando suavemente hacia una puerta lateral

entro, la puerta se cerró con un clic detrás de mí. Un vestido, un complicado asunto de sedas y lentejuelas, est

na sonrisa burlona en sus labios. Cerró la p

a un susurro venenoso-. No eres bienvenida

oz sorprendentemente firme. Las palabras sa

ticulosas notas y borradores iniciales, solo para que me dijeran que no había pruebas definitivas

mí, sus tacones haciendo un clic ominoso en el suelo de mármol

o el cierre. Me tensé, una sensación primal

ía agarrado la muñeca derecha, sus dedos clavándose en la carne ci

ó de mis labios. -¡Para

e mi muñeca. El dolor era cegador, una agonía al rojo

el vestidor

confusión que rápidamente se transformó en

jos en mi mano agar

de dolor. -Damián -gimió, acunando su propia mano-. Ella... ella me atacó. Sol

eció. Me miró, sus ojos fríos

propia muñeca palpitante-. ¡Está mi

no mataría ni a una mosca. La conozco desde hace años. Es la persona

lación era tan descarada, tan a

un destello de triunfo en sus ojos-. Pero el collar de perlas vintage de mi madre... era un regalo. Me lo quité antes d

tante al mirarla. -Por supuesto, cariño.

í, helada y autorita

r palabra y salí a las luces cegadoras de la galería. El collar estaba exhib

e dolor, tembló. El collar se me escurrió entre los dedos. Cayó al suelo pulido co

¡El collar de mi madre! Atenea

iento

n, su labio inferior temblando-. Damián, creo... cr

ado el fuego. -Esta es una noche importante para la empresa, Atenea. Carina es

eltas. Este era el hombre que había

to a propósito -susur

rdenó-. D

s protestando contra el suelo duro. Mis dedos, torpes por el dolor

blemente de una copa de champán rota, se había incrustado en la yema de m

os. Él estaba mirando mi mano, su expresión ind

aneció en

gando la nariz con asco-. Sabes qué, déjalas. Dam

lvió hacia mí, su tono volviendo a ser gélido-. Y tú te quedarás aquí y limpia

tiendo -grazné, mi voz apenas un susurro. La luz

u brazo todavía alrededor de los hombros de Carina, y se

me ahogaba. El dolor en mi muñeca, mi mano, mis rodillas... n

na jaula. Y finalmente

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