Él la eligió a ella sobre nosotros
ista de El
a y un perfume empalagosamente dulce aferrado a él como una segunda piel. Era e
, un libro sin leer en mi regazo. Intentó son
lándose frente a mí-. T
e moví, dejándola caer entre
uniforme, casi conversacional-. Algo peque
bé. Pensó que yo no sabía nada, que mi silencio era ac
iente que usaba cuando estaba a punto de justificar una mala decisión de negocios-.
de terciopelo
Para decir que l
de la mayoría de la gente. Era exquisito. También era idéntico al que Adriana llevaba en la foto que me había enviado. ¿Un
e atravesó el pecho, tan
o, ¿y ese será el final? -pregunté, mi mirada
rte limpio. Solo necesito asegurarme de que es
amente suave-. Esa gran declaración frente a todo el
recer avergonzado, per
ratando de besarme, pero giré la cabeza. Sus labios rozaron mi mejill
, casi invisible, en el cuello de su camisa bla
is dedos trazaran la línea de su cuello, deteniéndose justo
igeramente. Lo sabía.
un intento desesperado de reclamar su territorio.
sient
hacia el baño, el sabor amargo de la bilis subiendo por mi garganta. El estrés,
el aroma familiar de la sopa de jengibre y pollo de su madre llenando el aire. Por un momento horrible y de
a en un tazón-. Esto siempre
tí creer en la ilusión. Recordé todas las veces que
y la máscara de preocupación se desvaneció, r
e el abrigo-. Es Adriana. Está tenien
la puerta antes de que pudiera pr
ndo el aroma de jengibre, pollo y... cacahuates. Una pequeña, casi imperce
ió sobre mí. Una vez había regañado a un chef de cinco estrellas por permitir la contaminaci
ía olv
tiras y su culpa, había olvidado por completo algo que podría ha
gudo. Era un peso sordo y pesado
por el desagüe. Caminé hacia la sala, recogí la caja d
cielo aclararse lentamente de negro a un morado magullado y a u
la pantalla de mi celular justo
. Cuando es
a fue igual
lista