Él la eligió a ella sobre nosotros
ista de El
enas registré el corto viaje a la finca de Mateo o la forma gentil en que me guio a la casa de h
ta, su rostro grabado con preocupación-. El seño
cojines de seda se sentían incre
s. Mi cuerpo se sentía pesado, drenado de toda energía,
un vaso de agua y un pequeño plato de
genia. Está preocupa
unca le había gustado Adriana, le había advertido a Alejandro sobre ella años atrás. Una parte de mí
por mí. Quiero todo lo que puedas encontrar sobre Adriana Páez. Dónde ha estado los últimos cin
ó, su expres
puesto,
placable. Recordé a Alejandro, despertando de su coma. Sus ojos, nublados y confundidos, habían recorrido la ha
, su mano débil en la mía-. Eres lo ún
o estaban enterrados. Había jurado que su amor por mí era un puerto tranquilo y establ
una vida estable. Sus sentimientos por Adriana eran un instinto, una atracción primitiv
Casi lo ignoré, pero una enfermiza sensac
una
a estaba de pie detrás de él, con los brazos alrededor de su cuello, presionando un beso en su mejilla. Él tenía los ojos cerrados, una expresión de cansado
l que no había podido en
foto era de hace tres
una leve mancha de rojo en su cuello que atribuyó a una mesera torpe. La noche
ue quería? -le había preguntado, t
eño, un destello de al
aba agotado en todas pa
mentiras. El engaño. La crueldad casual de todo. No era una recaída reciente; er
ensaje del m
dice que el color le recuerda la primera
o sabía que me quedaban comenzaron a caer. Guardé la imagen, la marca de fecha, el mens
un tercer
ti constantemente. Habla de lo buena q
l golpe
l bebé. Pero apuesto a que lo hará. En el momento en que esté listo para decirle al mundo qu
firmando que su hijo era de él. Era una mentira, tenía que se
quitarme a mi esposo; estaba tratando de aniquilar mi espíritu. De
ibía mi respuesta. No me defendí.
to h
horas después, co
. Alejandro acaba de transferir la escritura de uno de sus penthouses en Polan
a dado una fortuna. Todo antes de siq
apuesta ya había terminado. Ya había perdido.
forme sobre Adriana. No me lo muestres. Y hagas lo que haga
irada al hombre con el que me había casado, una última
ba verlo