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La mentira que mi prometido inventó

La mentira que mi prometido inventó

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1589    |    Actualizado en: 29/09/2025

que un ataque brutal, orquestado en secreto por mi propia hermana, Kenia, destrozara m

tivo: FM-01". Una colección andante de órganos de primera calidad, pr

razo, gruñendo que él mismo "me sacaría esa cosa" si comprometía su inversión. Me encerró

callejero que había rescatado. "Lastimaste a mi Kenia", rugi

anado engordado para el matadero, y mis manos, las que un

y enterré a mi gato. Luego empaqué una sola maleta, reservé un vuelo a Madrid y

ítu

sta de Fern

me un martes, mientras usaba su laptop p

e la bolsa y un enlace a un artículo de Forbes México en el que él aparecía. El título era discre

ra cosas que se supone que el dinero no puede comprar. Se me heló la sangre antes de entender lo que estaba

o vi. "Act

inic

a tomado hacía unas semanas, mientras yo dormía en el sofá, con un rayo de sol calentando mi mej

o, el texto fue

olado y de bajo estrés durante los últimos tres años para asegurar la viabilidad óptima de los órganos. Activo principal de interés: Corazó

sostenía y llamaba m

. Era una conversación entre Darío y un usuario llamado "K". Se me

inal se está arreglando.

iene alguna idea de que es solo una

Es casi poético. El corazón que usa para amar

nia. Mi hermana. Mi hermana pequeña, crónicamente enferma y perpetuamente frágil, a quien el mundo adoraba. Darío, el hombr

un callejón frío y oscuro detrás de la Facultad de Música de la UNAM. El olor a cerveza rancia y concreto mojado por la lluvia llenó mi

arrastrado las palabras, su rostro una máscara de cr

esos de mi mano derecha. El dolor era cegador, pero la imagen grabada en mi memoria era la de

o y reconfortante de Darío Chávez. Era un magnate de la tecnología, un conferencista invitado en la universidad. Dijo que me había

rdad. No me estaba salvando. Me estaba preservando. Como un

violentamente que apenas podía controlarlas. Me arrastré de vuelta a la lapt

n la que no se hablaba, vivía allí. Su hijo, Jacobo Mendoza, era mi primo. No habíamos sido cercanos en años, pero era mi ú

olaron sobr

liar urgente - Prop

co

reglar un matrimonio para mí. Necesito salir del país. Esperaba que... ¿quizás tú y yo pudiéramos lle

me ocurrió que sonaba a la vez urgente y vagamente plausible.

llegó casi

repentino. Por supuesto que te ayudaré. ¿Pe

forzando una apariencia

s complicado. Solo necesi

. Mi asistente te reservará un vuelo. Estará a tu nombre,

La ironía era una píldo

Gracias. Te

Darío entró, con una sonrisa perfecta en su atractivo rostro. Dejó s

¿Estás bien? T

risa. "Solo e

Kenia vendrá a cenar. Se ha sentido un poco deprimida. Esperaba que pudier

orda que había aprendido a ignorar. La amaba. Era tan obvio ahora. Su cuidado por mí, su prote

r esta noche", dije, mi v

alcanzó, su mano se cerró alrededor de mi brazo. No fue

razo. El pequeño acto de d

rró de nuevo, sus dedos clavándose en mi carne.

eba de su monstruosa traición. ¿Sabes a qué le llaman egoísta, Darío? Preparar a

quemándome un agujero en la garganta. N

de nuevo en una máscara de persuasión gentil. "Mira, nena, lo siento. S

gil. Ahora entendía. Era diferente porque era a quien él amaba. Era la que impor

queña y perfecta histori

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