Mi matrimonio perfecto, su secreto mortal
Elizon
timbre. Abrí y encontré a Alejandro de pie en el porche. Y a su l
ca y de aspecto airado marcaba la piel sobre su labio donde solía estar su lunar, una herida autoinfligida para igualar
mi corazón comenzó a latir con fuerza. Soy severamente alérgica. Alejandro lo sabía. Una vez
enfermizamente dulce en su rostro-. Esta casa es mucho más g
temblando ligeramente. Me mantu
Mis ojos empezaron a picar y sentí
se convirtió en un
-Me lanzó el gato-. Te
demasiado rápida. Me empujó una bola de p
ra afilada me alcanzó el dorso de la mano, rasgando la piel. Una línea de sangre roja brillante
y afilados dientes hundiéndose en mi carne. Grité, finalmente logrando quitármelo de enc
ndo? -chilló Diana, recogie
ndose como si estuvieran en llamas. Empecé a jad
mo vestigio de instinto gritando por el hombre q
u rostro fue una máscara de fría indiferencia. Luego, dio medi
evi
e, consolándome, diciéndome que me amaba, todo se convirtió en polvo. El hombre que estaba ante mí no er
¿Vas a dejar que se salga con la suya? -Me fulminó con la mirad
abía usado en el vestíbulo.
z más, m
uchando. Me vio arañándome la garganta, m
sintió
o, su voz una línea fría
rompió. Se desintegró.
sus guardaespaldas, que habían estad
a Cruz a algún lugar don
ueron una sent
spiadados. Estaba demasiado débil para luchar. Mis p
esesperado y entrecortado-. Perros... t
l del que él sabía todo. Una vez me había abrazado toda
a vuelta. Diana le pasó el brazo por el
goteando una falsa preocupación-. So
tra casa, con ella del brazo, y cerró la puerta detrás de
a la puerta cerrada-
a: las perreras. El sonido de ladridos viciosos y hambrientos llenó el aire. Abrieron la puerta de golpe, revelan
jaron a
rotaron. Caí de rodillas, jadeando por un aire que no llegaba. Los perros se abalan
luto y abrumado
is dedos estaban torpes, entumecidos, pero logré marcar el 911. No podía
tes de que mi mundo se disolviera en una cacofonía de l
luces rojas y azules parpadeantes a trav
demasiado tarde para la mujer que
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