Peón en su retorcido juego de amor
Alici
un monumento a una mentira. Los libros que Braulio había recomendado, los discos que Hernán había puesto durante nu
pio, luego con una energía frenética y desesperada. Saqué un
s bajo mi tacto. La manta de cachemira que él, no, Hernán, amaba envolver a nuestro alrededor. La fotografía en la mesita de noche, de Braulio y
ajón de sus, de ellos, cosas cua
Al
la frecuencia de Braulio: más suave, m
iendo la escena. La bolsa de basura desbordante, la
la imitación perfecta. El ceño fruncido de preocup
lo miré fijamente, mis ojos tan irritados e hinchados que se sentían como
desgarrado-. Toda la utilería de su pequeña obra
ado, reemplazado por esa preocupación ensayada. Ignoró mis palabras, acercándos
aría del video. Ya lo han quitado de la mayoría de los sitios. No te preocupes má
dré. La oferta casual y arrogante de una jaula dorada ahora que me habían roto las alas. Mis uñas
una mezcla familiar de colonia cara y algo únicamente suyo, un ar
os deslizándose alrededor de m
el se erizara. Mi estómago se revolvió y la bilis subió por mi garganta. Este cuerpo, este hombre, que pensé que
no sabía que poseía
sorpresa genuina finalme
? ¿Qu
a para que no pudiera ver el asco en mi cara. Era l
aguda y evaluadora. Luego, una sonrisa
onroneo bajo e íntimo que conocía tan bi
nte le importaban mis sentimientos, siempre y cuando su objetivo final se cumpliera. R
bitación en la oscuridad familiar donde siempre se desarrollaba nuestra farsa. Su brazo me rodeó
ido mi mayor consuelo. Se sentía como una violación. Cada beso era una marca,
o al borde de la conciencia cuando lo escuché. Un murmullo suave y entrecor
ndr
puso rígido. La sangre en mis venas se convirtió en hielo y fluyó
ad, en medio de una pasión que nunca
jadeo ahogado, alejándome de él ha
uél
o, las sombras ocu
ó, su voz espesa por el s
i voz temblando con una nueva
onido de cans
niña difícil-. Me portaré bien. Solo déjame abrazart
de la almohada. Soporté su tacto, la sensación de su piel, el sonido de su respiración, forzándome a quedarme quieta
nunca se quedaba a pasar la noche. Tenía clases. Tenía una reputación impecable que manten
mpañaba a clase. Por qué nuestra vida pública y nuestra vida privada
iversidad, mi mente fija en una cosa: presentar los papele
na compañera de clase, Sofía, corrió
-. El profesor Alarcón te está buscando. Dij
Alarcón era mi asesor de tesis. ¿Una emergencia? Después de to
a punto de